Se va Maragall, pero nos queda Touriño

Después del éxito clamoroso que el tripartito catalán ha supuesto para CiU, al conseguir:

a) Ennoblecer el recuerdo del pujolismo

b) Hacer de Artur Mas un candidato razonable

c) Revelar a todo el mundo lo moderados que eran los convergentes con la mordida,

la España plural y diversa tiene un campeón en Galicia que en estos días ha brillado con luz propia. Se llama Emilio Pérez Touriño y preside un Gobierno al que le pesan mucho los suevos:

Ayer declaraba que la crisis estaba "superada", mientras todos los expertos exponían sus temores a que la lluvia, cuando llegue, arrastre las cenizas a las rías y al mar y produzca en el marisco tanto o más daño que el chapapote del 'Prestige'. Durante su comparecencia fue incapaz de proporcionar ninguna información relevante sobre los daños económicos, superficie afectada, etc.

La Ley de Emergencias de Galicia, aunciada para mayo pasado no estará lista hasta diciembre. Mientras, había destituido a la cúpula del servicio contraincendios de la Xunta e impuesto mediante un decreto, que sí se aprobó en mayo, que los aspirantes a apagar fuegos deben aprender gallego. Durante doce días, el Gobierno que preside ha sido incapaz, no ya de dominar el fuego, sino de poner en marcha un protocolo de actuación, coordinar las tareas de extinción, aunque declaró que la situación estaba bajo control a las 72 horas de generalizarse los incendios.

Para ocultar su pasmosa incompetencia, ha acuñado un concepto tan vistoso como la "nueva tipología" de los incendios de este año, tratando de esparcir las insidias que paralelamente ponían en claro los intelectuales de la piscifactoría: Suso de Toro y Manuel Rivas.

Los gallegos acabarán reivindicando en la calle la vuelta de Fraga. O la de Pujol, qué más da.