17 agosto, 2006


Canciones para después de una guerra

José Ramón Recalde publica hoy en El País un artículo muy trabajado sobre una idea que el autor lleva defendiendo veinte años: Al hablar de autonomía no hay que confundir el óptimo y el máximo.
Cierto. Los conceptos matemáticos no son el fuerte de la clase política. Los nacionalistas consideran que el óptimo es siempre el máximo. Todos, en general, confundel el máximo con el mínimo. "El mínimo común divisor", dicen sin diferencia de ideología, si bien es verdad que aún no he oído a ninguno de ellos hablar de "máximo común múltiplo". También acostumbran a llamar "punto de inflexión" a lo que es, en realidad, un máximo o un mínimo.
Un reparto competencial óptimo sería el que permitiera gestionar las competencias con el mayor grado de eficacia, pero los nacionalismos gobernantes confunden sus respectivos Estatutos con la banqueta de ordeñar la vaca. ¿Qué digo los nacionalismos gobernantes? Son Maragall y Touriño y sus respectivas y admirables gestiones de los asuntos públicos. Es Patxi López, que todavía no gobierna. Es el espíritu de la España plural y diversa que pregona e impulsa el presidente Zapatero.
Si al Plan Ibarretxe le quitamos el procedimiento anticonstitucional y la presión de la violencia, ¿qué nos queda? El nuevo Estatut o el Estatuto dos suevos. A estas alturas no se puede ignorar que el Estatuto de Cataluña ha sustituido al de Sau, arruinando todos los consensos que había concitado aquél: frente al 59,6% de participación que registró el referéndum del 79, el de Maragall sólo obtuvo el 49,4%; frente al voto afirmativo del 88,14% delos votantes, el Estatuto del PSC sólo alcanzó el 73,9%. Medido con respecto al censo, el Estatuto vigente hasta la semana pasada había sido aprobado por la mayoría de los catalanes: un 52%, mientras el nuevo se quedaba en poco más de la tercera parte: el 36,5%.
Patxi López ha propuesto una reforma estatutaria que también disminuye los consensos. Sacrifica el pacto constitucionalista con el PP sin haber pactado previamente un acuerdo mejor. No podrá lograrlo. Todos sus comensales, menos el cómplice directo de los terroristas, son comisionistas en esa negociación. Ya le están pidiendo a coro que ignore una de las restricciones de Recalde: la legalidad de Batasuna para admitirla a la mesa. Ya están anunciando su reivindicación de la autodeterminación y la incorporación de Navarra a Euskadi como principales materias a negociar en la mesa. Eso, los moderados. Los otros, y no solamente Batasuna, consideran la autodeterminación irrenunciable y quieren negociar sus plazos de aplicación.
El problema es la propia mesa, la primera cesión a los terroristas: crear un ámbito de negociación extramuros del sistema, fuera del lugar donde se negocia en democracia: el Parlamento. Esa mesa es una aceptación pastueña de la negativa batasuna a aceptar la vía estatutaria y empieza por disponerles un foro más en consonancia con sus gustos.
El problema del artículo de Recalde, en fin, está en el título: No son "Diálogos para después de la violencia", sino "Diálogos para ver si acaba la violencia". Lo que los terroristas declararon el 22 de marzo fue sólo un "alto el fuego" y no corresponde a los demócratas estirar el significado de las palabras que emplean los terroristas.
Por otra parte, después de la violencia, ¿quién estaría interesado en dialogar con los terroristas o con su brazo político?¿por qué?¿para qué?

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Oiga, patrón, una primera curiosidad: ¿usted madruga o trasnocha?
Por otra parte, me ha dejado como mi mismo nombre el requisito para ese diálogo que pone Recalde al final de su artículo: "no es razonable que se modifique (el estatuto anterior)si no hay consenso mejor que el que ya teníamos."
Me parece que eso no se puede escribir sin explicar con el consenso que había en Cataluña.

Anónimo dijo...

Si algún día se constituye Ciudadanos del País Vasco, me apuntaré a condición de que el primer punto del programa electoral sea quitar el nombre a la Avenida Sabino Arana y rebautizarla como Alle de Robespierre. El segundo será devolver el nombre de Espartero (sí, el del caballo) a la calle Ajuriaguerra. Y el tercer punto tendrá que ser borrar la calle Autonomía por calle de los Jacobinos.

Lo demás es negociable, pero los símbolos no.

Anónimo dijo...

Ay va! Recalde escribe como si el PSOE tuviera un proyecto claro de España, como si supiera qué modelo de Estado quiere. Recalde, sin duda, tiene una idea clara y comparto casi todo lo que él sostiene en su artículo, pero de ahí a pensar que el PSOE tiene idea de lo que pretende hay un abismo. No hay más que ver los casos que menciona el blogmaster, de Cataluña o de Galicia o de Euskadi. El PSOE tiene un lema, el de la España plural, que no significa nada, como todos los lema de la etapa Zapatero, es el relleno de un buñuelo de aire, la inanidad intelectual. Que España es plural es un hecho histórico. Eso no es un programa electoral.

Ojalá Recalde consiguiera convencer a sus compañeros del PSE, esos que según dice Ramón Jáuregui, están bajo el síndrome de Estocolmo de Batasuna. Ojalá consiguiera convencerles de que revisar el Estatuto no significa responder a la pregunta de '¿y ahora qué les damos a los nacionalistas para que se calmen?', ni significa asumir su simbología -como dice Recalde- y mucho menos asumir sus conceptos políticos, como hacen las socialistas que han firmado el manifiesto de Ahotsak.

Ojalá consiguiera convencer a sus muchachos del PSE de que los representantes del PP no son gente a la que se debe enviar a la hoguera, sino interlocutores necesarios.

Demasiada responsabilidad para un intelectual!

Argantonio dijo...

No mesorvide de la realidad nacional andaluza, Eneko, por favó...

Anónimo dijo...

...con su variedá lingüística andalusa, por favó....

Anónimo dijo...

Vayamos al punto de partida, que no se puede llegar a la meta sin estar en la salida ¿o sí?

"El punto de partida para el diálogo político quedará señalado, en consecuencia, con los siguientes rasgos: aceptación por todos del sistema constitucional; negación de una base común nacionalista; entrada en el diálogo en condiciones de igualdad, lo que excluye tanto una presidencia institucional del lehendakari como otro pacto de Ajuria-Enea."

Alguien cree que en las circunstancias actuales ese punto de partida puede estar cercano. Que la reforma de los estatutos en las comunidades históricas va a partir desde un hipotética igualdad entre nacionalistas y no nacionalistas, que van a mantenerse en los límites de la constitucionalidad. admiro a recalde, pero si plantea esto como una posible realidad y no como una utopía se confunde porque en la naturaleza de todo nacionalismo está el jugar con ventaja. Es más, creo que los nacionalismos europeos se crearon con el único objetivo de jugar con ventaja contra los sistemas democráticos y moderns contra los que fueron surgiendo.

Veo díficil partir de ahí.

Argantonio dijo...

¿Pero cómo variedad lingüística, Luigi? Idioma, idioma, si ya tenemos normâ ortográfiqâ y tó...

Anónimo dijo...

Im-prezionante l'enlaze d'Argantonio.
Y curioza la pareha rehponzable de la propuehta.

Una pena loh enlazeh, que dan erró.

Anónimo dijo...

ozú argantonio, como ze pone uzté, no za hable má, idioma, idioma....

Anónimo dijo...

Argantonio, maehtro, ¡qué hartá de reí! Pero todo ehto, ¿Es de berdá o es una coña muy elaborá?
Entó cazo, mushah grasiah.

Anónimo dijo...

Y ahora va Arnado Otegi y les dice -en castizo, nada en en andalú- que el PSOE se ajuste a lo que han hablado en privado durante tanto tiempo, que a ver si se creen que ellos están haciendo esto para poner fin a los tiros, que no se equivoquen, que no va por ahí la cosa.

Un par de ruedas de prensa más, y quien se presenta en el hotel Amara Plaza para hablar con Otegi es Zapatero y sus cocineros de La Mareta.

Anónimo dijo...

El problema del artículo de Recalde, modestamente maestro Santiago-, no está sólo en el título.: está también en que no concluye. Si no se puede proponer un estatuto nuevo para Euskadi renunciando a una parte del consenso conseguido con el anterior, Recalde debiera de hacer el esfuerzo de concluir que justo eso es lo que propone Zapatero para toda España y para todos los Estatutos que etán en marcha. Que eso es lo que ha pasado en Cataluña; que ese es el modelo de la españa plural, que es de todo menos plural(cada vez más nacionalista) y menos España (cada vez más residual). Aunque sé que lamentablemente, José Ramón Recalde no puede llegar a esa conclusión, por mucho que su honestidad intelectual le obligaría a ello. Pero si lo hiciera le llamarían secuaz del PP. Y eso Recalde, el Recalde de hoy, no podría soportarlo.

Anónimo dijo...

ELLA, es que Recalde no es un librepensador, así a secas. Desconozco si lo fue alguna vez, me imagino que no, pues pocos hay de ésos. En cualquier caso, lo que muestra ahora -sin ánimo de ofender- es sectarismo. O, simplemente, "El miedo a la libertad".