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El intelectual, moderno Prometeo

No hay que confiar mucho en la capacidad de los intelectuales para describir la realidad. Recuerden la sentida necrológica de Woody Allen sobre uno de ellos: “Era el mayor intelectual que he conocido. Se suicidó. Dejó una nota que decía: ‘Salgo por la ventana’”.

Algo parecido le pasaba ayer a Juan José Millás en su impresionante ‘pie de foto’ de ‘El Paìs’. Deconstruyamos:

“No es una foto, sino un fotograma, es decir, una pieza de un puzzle…”

Craso error: Una pieza de un puzzle no tiene sentido por sí misma; un fotograma sí. En el puzzle, las piezas se contemplan todas juntas. En una película, los fotogramas se ven uno tras otro.

“Eduardo Tamayo, el tránsfuga del PSOE que en mayo de
2003 regaló el gobierno de la comunidad a Esperanza Aguirre”.

Ojo con las metáforas. En rigor, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez regalaron la Presidencia de la Asamblea de Madrid a Concepción Dancausa. Quien “regaló” el gobierno de la comunidad a Esperanza Aguirre fue el pueblo de Madrid, su legítimo dueño, en la repetición de los comicios. Tampoco se lo regaló; sólo se lo confió durante cuatro años. Lo que parece indicar que la ciudadanía madrileña consideró que la responsabilidad del desaguisado era del PSOE. En caso contrario, la exigua mayoría que el PSOE e Izquierda Unida habían sacado al PP en las primeras elecciones habría aumentado, en lugar de invertirse.
Millás retrata literariamente al guardaespaldas que acompaña al traidor:

“Expósito, cuyo currículo habría espantado a cualquier persona que
quisiera sentirse segura…”

y cuenta que el guardaespaldas declaró haber sido pagado por el PP para proteger a Tamayo:

“Por fin, nos dijimos, vamos a conocer la trama
inmobiliaria. Pero resultó que entre declaración y declaración, Juan Antonio
Expósito fue contratado por Julio Ariza, un editor de publicaciones de
ultraderecha muy ligado a Esperanza Aguirre, además de uno de los empresarios
más beneficiados por el PP de Madrid.”

Ah, la eterna trama de los corruptores y corrompidos contra la causa de la izquierda. Expósito era un indeseable, eso lo prueba la foto. Terminó más indeseable aún, comprado por Ariza. En medio, cuando denunció, ¿alguien le prometió algo?

Han pasado tres años y tres meses desde entonces. El dinero deja un rastro que, en este caso, se ha buscado con ahínco. No se ha encontrado, de momento. Había otra hipótesis, igualmente infundada, pero más lógica, que este blogmaster escribió en un artículo de ‘El Correo’ al poco tiempo de los hechos. Tres años después, al leer ayer los juicios de valor de Millás, tan carentes de datos como sobrados de fobias, comprendí, por fin, la naturaleza del guionista.