11 mayo, 2008

Mármol y alabastro

El presidente del Gobierno ha descubierto su lado más íntimo en El Magazine de El Mundo, si es que algún aspecto de su yo profundo se hubiera escapado a la perspicaz mirada de Suso de Toro en su extraordinaria biografía autorizada Madera de Zapatero.

Ya desde el principio, en el paseo por los jardines de La Moncloa que lleva a la periodista hasta su presencia, la entrevista está llena de señales provistas por la naturaleza:

El paseíllo tiene un componente ontológico: "Esos árboles son inmutables ante el deterioro. Aunque sufran podas severas, vuelven a desarrollarse en primavera", dicen. Sutil metáfora del retorno al poder.
Zapatero vuelve armado del instrumento con el que le resulta más fluido perfilar ideas: "Un rotulador especial verde. De Faber Castell. Soy un poco maniático con los bolígrafos. Si tengo que escribir con otro no estoy a gusto. (...) lo primero que hago por las mañanas al salir de casa es comprobar que lo llevo. me gusta para escribir por su trazo muy limpio. El color verde de este rotulador me encanta."
Al salir (sus hijas) se han despedido de su perra Wendy, una Yorkshire Terrier con la que el presidente bromea al terminar la jornada laboral. "Wendy, te habrás deslomado hoy, estarás agotada de tanto trabajar", suele ironizar.
El presidente habla a la periodista de sus hijas, del choque generacional en materia de gustos. [Esto no pasó siempre. Recuerden cuando decía:

"Yo tengo dos hijas. Una de 10 años y otra de ocho. La mayor, desde el año y medio hasta los tres años, vio Bambi unas 500 veces, y yo con ella. Y me parece que la gente ignora la historia completa de Bambi. Todos se quedan con la parte sentimental, cuando pierde a su madre y se queda solo. Pero luego él se rehace y se convierte en el rey de la selva. Eso es lo que muchos no parecen tener claro".

Pero los tiempos han cambiado y Supertramp, que le gusta mucho a él, les parece a sus hijas una antigualla. Lo mismo le pasa con Tintín, que siempre le ha encantado por una de sus características:

"Es que Tintín me encantaba porque era un intrépido buscador y desfacedor de injusticias y entuertos y le acompañaba la sencillez".

Zapatero recuerda una anécdota que es ya un clásico de este blog, el momento en que se acerca al lecho de su madre moribunda, como iban los césares de jovencitos al oráculo y le hace una pregunta práctica:

"Mamá, ¿tú crees que voy a ser presidente del Gobierno?" Y ella respondió: "Sí, lo vas a ser".

Son muchos detalles, en fin, los que definen a los elegidos, pero cuando se llega, se llega. Eso sí, sin perder nunca la sencillez. Como Tintín.

"Uno nunca debe olvidar de donde viene: es la mejor manera para que sepas volver a lo que eres. Si olvidas de donde vienes, puedes perder el sentido de las cosas. (...) Lo que más detesto en la vida es la soberbia (...) lo mejor está en lo más sencillo y el que más da es el que menos tiene.

Se equivocarían, sin embargo, los lectores que creyesen que estamos ante un simple, un César sin ambiciones. Esta sencillez es a veces una dura limitación para un hombre que quiere hacer el bien:

Lo más duro de mi actividad es cuando se produce un sufrimiento humano cruel, como ocurre en un atentado terrorista con víctimas, o en un accidente con soldados, como hemos tenido [Recuerden el 'accidente' de los seis soldados españoles en el Libano, en junio del año pasado]. Es el momento de mirar a las familias y ver esa mirada que dice: "Ni Tú [la mayúscula es del transcriptor] que eres presidente del Gobierno y tanto poder tienes, puedes hacer que me devuelvan a mi hijo". Eso es lo que te deja una amargura interna y tienes una fuerte frustración.

José Luis no lo dice por sencillez, pero en esos momentos le gustaría ser Él.