"Simplemente, no es aceptable que aquellas cuestiones que el presidente Rodríguez Zapatero ha negociado, ha hablado y negociado con ETA,-me parece bien, no tengo nada que decir al respecto,- se niegue a negociarlas, se niegue a pactarlas, en este caso con el lehendakari."
La frase de Ibarretxe revela en todo su esplendor la falacia de la negociación en dos mesas que fue la pieza esencial del proceso de pazzz, al manifestar que el esbozo de mesa política de Loyola no era tal, que en su opinión, en Loyola se estaba negociando con ETA.
Por otra parte y como parte de la confusión anterior, el lehendakari no acierta a distinguir entre la negociación de un Gobierno con una banda de delincuentes y la negociación política entre representantes de los ciudadanos en democracia. Reclamar para sí el mismo trato que se dispensa a una organización terrorista daría pie a que cualquier ciudadano exija en una comisaría de policía que pongan a su disposición un coche con el argumento de que en no pocas ocasiones, el 'negociador' ha prometido un 'buga' a los atracadores de un banco con rehenes.
Vivimos, por último, gobernados por unos políticos cuya vida laboral y la economía real son conjuntos disjuntos. El lehendakari, que tal como dijo ETB en su semblanza el día en que fue investido como tal, "con apenas 26 años se licenció en Ciencias Económicas", pasó directamente a ser candidato de su partido lara la alcaldía de Llodio en las elecciones municipales. Un socialista del 'ancien règime' decía que entre todos los dirigentes de su partido no habían cotizado seis meses a la Seguridad Social.
Aun dando por buena la limitada visión del mundo real que tiene el lehendakari, aun aceptando (pulpo como animal de compañía) que la negociación con terroristas es como la negociación de un convenio, ¿por qué creerá que en una negociación que no concluye, una de las partes queda obligada por una oferta que no fue aceptada por la otra parte contratante de la primera parte?