Lo nunca visto
La portada de El País da noticia de un hecho notabilísimo: el acto de homenaje al guardia civil asesinado en Legutiano, Juan Manuel Piñuel celebrado en el Parlamento vasco. La presidenta de la cámara vasca, Izaskun Bilbao, que es una mujer notable, una nacionalista que ha sabido mostrar en el ejercicio de su cargo esa empatía que tan ajena parece a muchos de sus correligionarios, se llevó a las autoridades al término del funeral hacia el lugar del homenaje.
"El cambio, palpable ayer en Vitoria, es fruto del aumento de la conciencia ciudadana contra el terrorismo, que ha obligado a las instituciones, incluidas las vascas, a comprometerse en el reconocimiento de las víctimas y darles un tratamiento similar."
¿Es una descripción veraz de la realidad? ¿Habrá un homenaje igual del Parlamento vasco a todas y cada una de las víctimas del futuro?¿Es el Parlamento el lugar idóneo para el homenaje a un guardia civil asesinado?
El 13 de octubre último se celebró un homenaje al ertzaina Txema Agirre, asesinado por ETA hace diez años, mientras velaba por la seguridad del Museo Guggenheim en vísperas de su inauguración. El homenaje se celebró en el exterior del Museo y fue una iniciativa de su familia y sus compañeros. La dirección del Guggenheim no debió de considerar la posibilidad de realizar algún sencillo acto en el magnífico atrio en honor de quien perdió la vida en defensa de la institución.
Recuerden la despedida de madrugada y vergonzante de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, las víctimas de la T-4, desaparecidos con nocturnidad, sin funeral de cuerpo presente. Sí tuvieron funerales de Estado los guardias asesinados en Capbreton el 1 de diciembre de 2007. Cabe pensar si el homenaje de ayer, preludio del acto que sobre las víctimas va a presidir este domingo en el Kursaal Juan Josué Ibarretxe y si ambos son preludios necesarios para el encuentro que Juan Josué va a mantener el martes con José Luis. No hagamos procesos de intenciones, pero retengamos el dato en la memoria.
El 13 de octubre último se celebró un homenaje al ertzaina Txema Agirre, asesinado por ETA hace diez años, mientras velaba por la seguridad del Museo Guggenheim en vísperas de su inauguración. El homenaje se celebró en el exterior del Museo y fue una iniciativa de su familia y sus compañeros. La dirección del Guggenheim no debió de considerar la posibilidad de realizar algún sencillo acto en el magnífico atrio en honor de quien perdió la vida en defensa de la institución.
Recuerden la despedida de madrugada y vergonzante de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, las víctimas de la T-4, desaparecidos con nocturnidad, sin funeral de cuerpo presente. Sí tuvieron funerales de Estado los guardias asesinados en Capbreton el 1 de diciembre de 2007. Cabe pensar si el homenaje de ayer, preludio del acto que sobre las víctimas va a presidir este domingo en el Kursaal Juan Josué Ibarretxe y si ambos son preludios necesarios para el encuentro que Juan Josué va a mantener el martes con José Luis. No hagamos procesos de intenciones, pero retengamos el dato en la memoria.