La ofensa de los mamelucos

Dicen que Sarkozy ha dicho, podríamos decir con música y voz de Carla Bruni. La única interpretación razonable de las palabras de Sarkozy es que no hubo voluntad de ofensa. Vayamos a los textos:

Au moment du dessert, Nicolas Sarkozy se fait servir «une compote de pomme comme un enfant», s’étonne le député (Verts) François de Rugy. En guise de douceur, le président de la République ne résiste pas à informer ses convives que «le gouvernement espagnol vient d’annoncer la suppression de la publicité sur les chaînes publiques. Et vous savez qui ils ont cité en exemple ?» «On peut dire beaucoup de choses sur Zapatero», remarque Emmanuelli. «Il n’est peut-être pas très intelligent. Moi j’en connais qui étaient très intelligents et qui n’ont pas été au second tour de la présidentielle», s’amuse Sarkozy en allusion à Lionel Jospin. Avant de revenir à son sujet de prédilection : «D’ailleurs, dans ma carrière politique, j’ai souvent battu des gens dont on disait qu’ils étaient plus intelligents et avaient fait plus d’études que moi.» «On a pensé à Villepin», lâche un convive. Conclusion du Président : «L’important dans la démocratie, c’est d’être réélu. Regardez Berlusconi, il a été réélu trois fois.»

El señor Bruni recibe en casa a diputados y senadores franceses. Y dice, mirando a su oposición socialista: "el Gobierno español acaba de anunciar la supresión de la publicidad en las cadenas públicas. ¿Y saben a quién han citado como ejemplo?" El socialista Emmanuelli comprendió que la pregunta era retórica y masculló: "Se pueden decir muchas cosas sobre Zapatero", a lo que Sarkozy replica: "Puede que no sea muy inteligente, pero yo conozca a quienes eran más inteligentes y no han pasado a la segunda vuelta de las presidenciales. En mi vida política, yo he derrotado a menudo a gentes a las que se creúia más inteligentes y que tenían más estudios que yo. Lo importante es ser reelegido, miren a Berlusconi..."

Es evidente que él se incluye en el grupo de los "tontos", con Zapatero, para burlarse de los listos que perdieron en la primera vuelta, como Jospin, y de los que él mismo ha vencido, como Villepin. Lo verdaderamente estupefaciente de sus declaraciones es que Berlusconi le parezca un modelo político.

En la prensa de ayer, sólo Arcadi Espada había entendido de qué iba el tema. El ambiente que dominó fue un toque de rebato, un dos de mayo, oigo, Patria, tu aflicción y llamada a cargar contra la carga de los mamelucos. Extraordinaria, efectivamente, la oposición, con premio especial para Luis Herrero, el eurodiputado popular que, con maneras de jaque tabernario acodado en barra, le va a hacer saber a Sarkozy lo que cuesta un peine. Los medios colaboran gozosamente en el relato con un titular casi unánime: "Luis Herrero a Sarkozy: 'y tú, enano, ¿de qué vas?'"

Tormenta en una taza de café con leche, un regalo extraordinario a Zapatero que le permitirá:

a) Dejar que la oposición desafíe a Sarkozy por faltarnos al respeto en su persona, mientras él a

cepta el tedeum colectivo de desagravio con sobriedad y en silencio. La de la oposición y la mayor parte de la prensa opinante es una actitud que tiene muchos precedentes. Los colaboracionistas blegas de León Degrelle, increpaban a los nazis con argumento paralelo: "Nazis, quitad vuestras sucias manos de nuestros sucios judíos". En 'Sex and the single girl', gran comedia de Richard Quine rebautizada estúpidamente aquí como 'La pícara soltera', Henry Fonda era un fabricante de medias que sólo vivía para su trabajo y su mujer, Lauren Bacall, pese a lo cual, ella tenía celos patológicos. En una ocasión lo sorprende agachado, comprobando la textura de las medias que lleva puestas una joven modelo. Bacall da una bofetada a su marido y dice a la chica: "Querida, le regalo este imbécil", a lo que la modelo replica: "No, gracias, tengo imbécil propio".

b) En una tesitura como la descrita no sería propio que el presidente rompiera el silencio para opinar sobre algunas cuestiones menores de la política española, como que el fiscal general del Estado haya denunciado que la Policía Judicial se haya convertido en la policía particular del juez Roy Bean, la Ley al Oeste del Pecos, que no atiende a la Fiscalía y que no se ocupa suficientemente de las ilegalizaciones por seguir sólo a Garzón en su cruzada Gürtel. Recuérdese aquí la cena de la cacería del juez, el ministro de Justicia y el jefe de la Policía Judicial. O que el ministro de Trabajo haya descalificado al gobernador del Banco de España por sus opiniones sobre la Seguridad Social. (Hasta la fecha, las previsiones de MAFO se han cumplido todas, las del Gobierno, ninguna). Debe advertirse que los cuatro actores principales de este sainete han sido elegidos por José Luis Rodríguez Zapatero. De no haber mediado esta polémica, tal vez tampoco hubiera dicho nada, pero su silencio habría sido más clamoroso, toma oxímoron canónico.

Lo mejor del asunto está por llegar exactamente dentro de nueve días, cuando Sarkozy visite España y haga alguna carantoña de regalo a su anfitrión para aliviar susceptibilidades y el Gobierno vuelva a situar a España en el centro mismo del universo y la opinión pública fije su atención en el glamour de las primeras damas, cantante contra cantante, princesa contra princesa. El Mundo se anticipa hoy enfrentando las fichas de Carla Bruni y la princesa Letizia, como antaño se enfrentaban los datos antropométricos de Cassius Clay y Sony Liston en el combate por el cinturón mundial de los pesos pesados.

Debe aclararse aquí que el encuentro entre Carla y Letizia es la falsación de aquella canción de Sabina que tanto nos gustó cuando lo de la movida: "las chicas ya no quieren ser princesas..." La nuestra es una princesa fruto del meritoriaje, mientras la señora Sarkozy será cualquier día  la nueva encarnación de Marianne, el busto de la República, como antes lo fueron Brigitte Bardot, Inés de la Fressange y Catherine Deneuve. Esto es lo que más podría satisfacer a Sarkozy para quitarse definitivamente la espina de Cecilia: tener en la cama todas las noches a la mismísima República francesa. (Ya sabéis, queridas, que el efecto demostración es un componente esencial de la sexualidad de los chicos).