Una paga megaguay

Mª Teresa Fernández de la Vega explicó ayer que la paga extra prometida por el presidente del Gobierno a todos los ciudadanos si le votan lo suficiente como para repetir, "no es una medida progresiva, sino hiperprogresiva". Nada habría que objetar si la vicepresidenta hubiera calificado la nueva paga de "megaguay", pero no parece que se le pueda llamar ni 'progresiva' ni 'progresista'.

Nuestros gobernantes han hecho suya una teoría de los impuestos que parece calcada de 'La isla de los pingüinos'. Llamamos impuestos progresivos a aquellos que gravan con un tipo impositivo mayor a quienes más ingresos tienen. No deben confundirse con los proporcionales, que consisten en aplicar el mismo tipo a todos, ni con el impuesto fijo que grava con la misma cantidad a todos independientemente de su renta.

La portavoz del Gobierno ha rebautizado indebidamente una paga lineal o fija, como hiperprogresiva. No lo es. Tampoco es progresista. Bastaría con que le preguntasen a Cándido Méndez, que es un sindicalista amigo, si llamaría progresiva o progresista a una paga lineal para las pensiones, con el argumento de la vice: una paga de 360 euros es el 10% de subida para quienes perciben 3.600 euros al año, mientras para quien cobra 36.000 euros, es sólo el 1%. Tampoco estaría de más que Zapatero consulte sus ocurrencias con gente más versada de su propio partido antes de dar rienda suelta a sus ocurrencias.

De la Vega remató su intervención calificando las promesas electorales del PP como "y tres huevos más". Mada huevos, dicho sea en sentido estricto, es que ni siquiera citan con propiedad. La expresión de Groucho Marx en 'Una noche en la ópera', al dictado de Chico, era: "Y también dos huevos duros". Harpo tocaba la bocina y Groucho corregía: "En lugar de dos, pon tres". Otro bocinazo y Groucho matizaba: "Uno de ellos de oca".

'La paga de José Luis', llamarán nuestros hijos a la propina de Zapatero, al igual que los funcionarios de hoy llaman "moscosos" a esos días de asueto que se pueden coger para asuntos propios, aunque no sepan quién fue Javier Moscoso, ministro de Administraciones Públicas a quien se le ocurrió el invento. Y ya, puestos, por qué no dar la paga el 4 de agosto, para festejar como se debe el cumpleaños del presidente del Gobierno.

Eso sí que sería un hermoso detalle.