Sobrecarga

Se ha descubierto la causa de que a los ciudadanos catalanes les llegue un flujo de energía claramente inferior al que necesitan, el porqué de los apagones. Es porque esa energía es absorbida por los titulares de El País. Compárese la sobrecarga semántica de ese "Desmantelado" con la tendencia al elogio de lo pequeño que ha presidido en los últimos tiempos la información sobre atentados terroristas: "Explotan dos pequeños artefactos".

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Todo es un invento

Es todo un invento. El partido está unido como una piña. Gentes de fuera quieren vernos débiles y por eso tratan de debilitarnos aireando supuestas diferencias internas. Basta, sin embargo, teclear en Google "Arzalluz acusa", o bien "Egibar acusa" para encontrar, dentro del amplio surtido de acusaciones que estos dos políticos han hecho a todo lo que se movía, algunas que tienen como destinatario al actual presidente del EBB y al sector del partido que lo apoya. Estamos a dos minutos de que reaparezca la parábola del caserío en alguna de sus versiones. La original se produjo durante los prolegómenos de la escisión que dio lugar al nacimiento de EA y la protagonizaron el dirigente nacionalista Sabin Zubiri, que pertenecía al grupo que formó Eusko Alkartasuna y Bernardo Arrizabalaga, jefe de Prensa de la Diputación de Bizkaia, que fue director nominal de 'Hermano Lobo' por tener carné de periodista.

La historia que fueron tejiendo entre los dos con cruce de tribunas en el periódico Deia era la siguiente: la casa del padre amenazaba ruina o al menos tenía un porvenir incierto por las incesantes querellas familiares. Arrizabalaga propuso la enseñanza moral: el abuelo estaba harto de las peleas entre sus descendientes, pero más harto si cabe,-y siempre cabe,-de que el espectáculo familiar estaba siendo disfrutado por los extraños que se acercaban hasta el caserío atraídos por la morbosa tentación de gozarse en las grescas intestinas de la familia elegida. En consecuencia, descolgó la escopeta de caza, disparó contra los intrusos que espiaban a través de las ventanas y el orden volvió a reinar en la familia, gracias a las virtudes pedagógicas de la escopeta del abuelo.

Mucho más recientemente, un afiliado, puta base, describía los males de la patria en la sección de cartas al director de El Diario Vasco:

“(Érase) Un caserío grande en el que habitaban los abuelos, los padres, los hijos y demás parientes. (…) Cuando necesitaban realizar un cambio o tomar una decisión, se realizaban sin problema, ya que quienes decidían eran los propietarios. Como hay mucho trabajo por hacer, todas las personas que solicitaban empleo eran bien recibidas, pero según pasaron los años, los invitados se fueron multiplicando y, ay, llegaron a ser más que los dueños. Tal situación acabó con la felicidad, la paz vital y el buen entendimiento que antes reinaban en el caserío.

Caso de recuperarse el estado inicial, volverían a darse las condiciones de paz. No existe otro camino. Bajo la propiedad y decisión de los antiguos inquilinos y sus descendientes, también los invitados vivirán felices…¡seguro!”

"Miré los muros de la patria mía", que escribió Quevedo.


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