Hot politics

Siempre había tenido uno la impresión de que la clase política era muy besucona y ésta, que conste, es una tendencia transversal. Recuerdo de un acto público en los primeros tiempos de la presidencia de Aznar, en el que el presidente y la directora general de RTVE, Mónica Ridruejo, se saludaron con un par de besos. 

Los saludos deben formar parte de la representación y parece inadecuado que el presidente del Gobierno se bese con sus invitados/as. El making of no es adecuado para que lo vean los niños, sean besos o confidencias como las de Zapatero a gabilondo sobre la conveniencia de meter tensión en el ambiente. No es adecuado que los miembros de poderes del estado llamados a ser independientes se besen en público. o que se abronquen, como la vicepresidenta primera del Gobierno a la presidenta del tribunal Constitucional en la tribuna de honor del desfile de la Fiesta Nacional.

Tampoco lo era el besuqueo de ayer entre Cándido Méndez y la número dos del Gobierno a quien le había hecho huelga general unas horas antes. La huelga general es la máxima expresión del rechazo que un sindicato tiene para el Gobierno. No es adecuado que el airado sindicalista a quien habíamos visto la úvula (o campanilla) en sus desaforados gritos del telediario de la noche se de el pico, todo sonrisas y buen rollito con la vicepresidenta a la hora del desayuno. No es serio este cementerio.

Pónganse ustedes en el pellejo de los ciudadanos a los que cita en su columna de ABC Carlos Herrera como damnificados por los piquetes del mismo Cándido a quien vemos en el video tan pastueño con la vice:

Pero ellos se hablan de amor, de futuro, de «esto no ha sido nada, Maritere, era sin mala intención». Al rescoldo de la jornada gloriosa en la que los sindicatos han dado medida de lo que realmente son, quedan los damnificados, los que pasaban por allí, los que se levantan todas las mañanas a trabajar sin importarles las inclemencias, los que se juegan su dinero, los que arriesgan sus ahorros, los que crean riqueza, los que caen en la pobreza, los que dependen de una nómina, los que cumplen un horario, los que se quedan sin trabajo, los que se buscan la vida… Queda el propietario de un estanco de Sevilla al que entró un piquete, pidió tabaco para todos y se marchó al grito de «que pague tu puta madre, esquirol de mierda». Queda el conductor de un autobús de transporte escolar con pegatina de «servicio mínimos» al que le reventaron la luna delantera —con los niños dentro— mediante el consabido lanzamiento de bola de acero.

 Quedan los profesores de una escuela de Montellano que tuvo que aplacar la violencia de los mafiosos del SAT —Sindicato Andaluz de Trabajadores— que, con Diego Cañamero al frente, interrumpieron las clases y obligaron a sacar los niños a la calle. Queda el rumano, del que ayer escribía el maestro Félix Machuca, al que un piquete obligó a abandonar su carro de supermercado lleno de chatarra tras divertirse lanzándole petardos a los pies. Queda el propietario del «Mesón El Serranito» —con el que toda su ciudad debería solidarizarse inmediatamente—, que vio como un piquete entre los que se encontraban destacados golfos de Izquierda Unida le rompía mobiliario mientras le conminaba a cerrar su negocio. Y quedan todos aquellos que se han sentido humillados, amenazados y agredidos por chulánganos de mierda cuando se disponían a comprar en un supermercado o a cumplir con su derecho al trabajo. La gente suele llevar mal que la humillen, con lo que los responsables sindicales, que jamás pedirán disculpas por los desmanes de sus huestes, deben asumir el desafecto que la jornada de ayer ha creado a su imagen de clan cerrado, antiguo y «convencitivo».

¿Qué habrán sentido todos ellos al ver la capacidad de ternura que abrigaba el áspero Méndez de la víspera en su tierno corazón sindicalista?

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Tony Curtis, in memoriam

Hay semanas en las que no está uno para nada. Al día siguiente de Arthur Penn recibimos la noticia de la muerte de Tony Curtis. Sirvan como homenaje estos soberbios diez minutos de una de las más grandes comedias de la historia del cine: 'Con faldas y a lo loco'. Mañana se publicará el comentario que ya estaba previsto a otro de sus grandes papeles: el esclavo Antonino en 'Espartaco'.