Polvo de estrellas

La vicepresidenta segunda ya había mostrado maneras hace ahora cinco años, y también en un número de 'Vogue'. De todas las ministras que formaron el primer Gobierno de Zapatero en el posado de La Moncloa, Elena Salgado era la más suelta, tumbada sobre las pieles que recubrían el sofá, como una venus de las pieles socialdemócratas. No sé si recordarán que ante las protestas de los ecologistas, Cristina Narbona explicó que no era una piel de verdad, sino una manta, lo que disparó el pundonor profesional de la directora de la revista. Hasta ahí podíamos llegar.

Cinco años después, Elena Salgado vuelve a Vogue. Sigue siendo la Venus de las Pieles, pero en versión socialdemócrata, atemperada por el poder, no hay más que comparar las fotos. Por eso dice que "nos flagelamos más de lo necesario". La entrevistadora enmarca la entrevista entre una aparición y una desaparición mágicas, como sacadas de una película de terror gótico, aunque aquí el género hace juego con el país en general y se parezca más bien a 'El jovencito Frankenstein'.

La vicepresidenta aparece:

Visto y no visto, Elena Salgado aparece de la nada, o sea de una pared que resulta ser una puerta camuflada en una boisserie de lo más oportuna, conectada con la sala de reuniones y su despacho oficial.

Y desparece:

«Ministra, ya están aquí los de la televisión» –interviene su Directora de Comunicación–. Y Elena Salgado se despide y desaparece como llegó, por otra puerta camuflada en una boisserie en su despacho…

Entre la aparición y la desaparición, la entrevista, que, como suele ser habitual en estos casos, lleva implícito el 'making of':

Impecable, como siempre, la mujer más poderosa de España, me saluda afable y se dispone a repasar el estilismo que hemos preparado, un gesto de educación y cariño pues ya tiene decidido su look: un vestido de seda natural azul empolvado, con flores en jacquard y cinturón forrado del mismo tejido, de Alma Aguilar. Suyo, por supuesto. No están las cosas para cambiarse de ropa y, además, queda de manifiesto que no es necesario, al ver cómo le sienta a Elena Salgado su elección. Así pues, nos disponemos a intentarlo con joyas y complementos. La Ministra escucha nuestras sugerencias y se prueba broches, pulseras y pendientes, para llegar a la misma conclusión: ciertamente los suyos le sientan mejor.

Lo primero será la austeridad:

"Primero, austeridad. Todo aquello que pueda hacerse de manera más eficiente, es decir, con menos dinero, vamos a hacerlo. Después, vamos a pasar revista en todos los ministerios, empezando por éste, a aquello que hacemos para ver si hay algo que no contribuya al crecimiento del país, algo de lo que podamos prescindir en los próximos años.

A la hora de hacer los presupuestos, tendremos que ver qué recursos tenemos para pagar toda nuestra protección social. La primera medida será intensificar la lucha contra el fraude; la segunda, ser lo más eficiente posible en el gasto, intentar hacer esa multiplicación de los panes y los peces [eso ya lo habíamos visto aquí]http://santiagonzalez.blogspot.com/2009/07/matematicas-recreativas-jose-luis-tiene.html para que un mismo euro nos dé más resultado del que daba hasta ahora. Y ser una administración más eficiente. Por supuesto, si después vemos que necesitamos más recursos, tendremos que pedir a los españoles que lo comprendan."

Un momento después explica con un punto de orgulló, cómo José Luis apaleó el primer superávit de nuestra historia económica reciente:

"se han hecho actuaciones fiscales muy potentes, mucha gente ha dejado de pagar cantidades importantes, los 400 euros o los 2.500."

El ahorro tampoco afecta a la energía:

"yo creo que con las energías renovables hay que producir una discriminación positiva. Aunque las renovables sean más caras, si entendemos que es la energía del futuro, tenemos que discriminar a favor de éstas. Eso significa dejar la energía nuclear atrás, y no es seguro que esto sea posible en un plazo corto; pero si hay que optar, la opción está clara".

El megawatio de energía nuclear cuesta 35 euros; el procedente de energía fotovoltaica, 400. ¿De qué habla la vicepresidenta al decir austeridad? Seguramente de una circular recordando a los funcionarios que escriban en los folios por las dos caras y que apuren el Bic antes de pedir otro. Ella pone el acento en los empleados y así las cosas se ven de otro color:

E.S.: En España a veces olvidamos que tenemos 19 millones de personas trabajando, de acuerdo con la encuesta de población activa, y 4 millones de personas desempleadas. Pero ojo, hay más de 19 millones de personas trabajando, que han visto que los precios bajan, que las hipotecas bajan y que por lo tanto su renta disponible sube. O sea, que pueden hacer una decisión muy equilibrada entre ahorro y consumo.

VOGUE: Vamos, que consuman aquellos que puedan…

E.S.:Exactamente. Que consuman con naturalidad y que dediquen, si quieren, una parte de su renta al ahorro. Pero que tengan confianza en el futuro, y por lo tanto que consuman.

¿Quiere esto decir que los parados no cuentan? No. El laicismo socialdemócrata prefiere decir que a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. También por razones prácticas. Que piense el parado en qué mejoraría su posición si ella dimitiera. El banquillo de José Luis es infinito. ¿Quién le dice a ese parado que la sustituta no vaya a ser Pajín?

"si por el hecho de dimitir, al día siguiente surgieran del suelo 4 millones de empleos, no tenga ninguna duda de que lo haría. Pero me temo que mi dimisión no arreglaría nada. Así que lo que haría es seguir trabajando para reducir las cifras de desempleo. E insisto en que no vamos a llegar a 5 millones de parados."

Ahí va a tener razón: Total, si no tiene arreglo, ¿a usted qué más le da? Así está todo.