Todavía no se ha perdido el arte de entrevistar

El periodista entrevista en El País a la testigo inamistosa (hacia el poder, no hacia el periodista) en el despacho de su abogada, que se llama Maria Pia Vigilante, con lo bien que le habría venido ese nombre a Patrizia d'Addario ya desde la primera frase:

Un discreto crucifijo cuelga de su cuello. [No dirán que no se lo anuncié] Su mirada es inquisitiva e inocente a la vez, fija en los ojos del interlocutor. Se escribe de ella que es una prostituta, como denigrándola. [Como si no fuera un oficio tan digno como cualquier otro] Ella confirma sin alharacas que ése es su oficio, y responde con la verdad que todos saben y callan: "No entiendo la diferencia entre prostituta y velina". [A pesar de tratarse de un oficio como cualquier otro, es costumbre antigua referirse a él mediante eufemismos: a veces azafatas, como en este caso, bailarinas, intérpretes, enfermeras, ocasionalmente modelos e incluso candidatas. "Ganarás el pan con el sudor de tu frente", dijo el Señor, pero hay algunas actividades remuneradas en las que los términos 'frente', e incluso 'sudor' deben leerse como metáforas].

Los perplejos ojos pardos de Patrizia d'Addario (Bari, 1966) cuentan que es una mujer dañada, repetidamente golpeada. [¿Habrá alguna 'velina' que lo es porque sintió la llamada de la vocación?] Su padre, que le pegaba, se suicidó hace 11 años porque no pudo cumplir el sueño de edificar un complejo turístico en la ciudad. [Un soñador que maltrataba el género] Un hermano falleció a causa de un error médico y el otro sufre graves problemas de salud. Su último novio la maltrató. [Y busqué un varón como mi padre/ entre los hijos de mi hidalga tierra, que escribió más o menos Gabriel y Galán.] Tiene una hija y una madre a las que alimentar. Cuando su padre murió, ella le prometió a su madre que construiría ese complejo, al que llama con familiaridad "el proyecto". [Es lo normal. Honrar la memoria del padre maltratador culminando su sueño y poniendo su nombre al complejo turístico que él no pudo terminar].

D'Addario se hizo escort (prostituta de lujo) y logró comenzar las obras, pero el proyecto quedó bloqueado en 2007 por una traba municipal: impacto ecológico. [Traba municipal, reparen en el sintagma. El sueño del maltratador sería un crimen medioambiental en otras circunstancias, si el proyecto lo desarrollara un empresario amigo de Berlusconi, por ejemplo. Pero ella está absuelta de antemano por su entrevistador y su proyecto también. Por eso, lo que Cristina Narbona habría llamado "terrorismo medioambiental" es sólo una traba municipal, un enredo burocrático]. El proyecto es su vida y viceversa. [En rigor, ya no es 'el proyecto', sino 'la causa'] Por defenderlo, D'Addario asegura que pasó una noche con Silvio Berlusconi y no cobró por su trabajo. [¿Lo ven?] "Me fie de él", dice. Renunció a su caché y luego se sintió traicionada. [Santa inocencia. Los hombres, ya se sabe, hasta meter, prometer. Hablaba el gran Carandell en una de sus crónicas del humor codificado en el franquismo, los chistes del colmo o los del tan tan. Y proponía como ejemplo de estos últimos uno que podría venir muy bien al caso: "Era una chica tan inocente, tan inocente, que creía que un pichón era una picha grande"] Y entonces decidió contar su historia a los jueces y se convirtió en la testigo crucial del Barigate, la trama de velinas, prostitutas, candidatas, corrupción, droga y censura que gira en torno a la figura de Gianpaolo Tarantini y que ha salpicado a Berlusconi y a otros políticos de todas las tendencias. [No hay más remedio que preguntarse por el titular de la entrevista, si la traba municipal hubiera sido eliminada mediante una decisión del primer ministro: ¿"Papi es un hombre de palabra"? Antetítulo posible: "El lado humano de Berlusconi: ayuda a una pobre huérfana a superar una traba municipal para honrar la memoria de su padre".]

Según su relato, Tarantini era el conseguidor y asesor, facilitador e intermediario de Berlusconi. Un hombre dispuesto a todo con tal de complacer al "usuario final", para obtener a cambio protección política y empresarial.

Una noche de octubre de 2008, Tarantini llevó a D'Addario al palacio Grazioli. Se llamaría Alessia y cobraría 2.000 euros. Aunque Tarantini y Berlusconi se lo pidieron, no se quedó a dormir esa vez. Pero fue elegida por el primer ministro, que le acarició delante de otras 20 chicas y de sus escoltas (haciendo exclamar a su ex amiga Barbara Monterreale al día siguiente: "¡Qué asco!").

Patrizia describe un harén vulgar, [todos lo son, querido] en el que había dos escorts lesbianas [¿oxímoron? No, digámoslo una vez más: no es la vocación lo que hace a la escort, sino el dinero] y chicas del este de Europa. Algunas, cuenta, exigían en voz alta que se viera el color del dinero. El sultán, [era inevitable] informado por Tarantini de los detalles de su vida, entró en su corazón al hablarle de su padre, al hacerle saber que la ayudaría con el proyecto ante las otras chicas. D'Addario regresó a Grazioli el 4 de noviembre. Mientras Barack Obama entraba en la leyenda, ella, armada con su grabadora y su videotelefonino, entró en el dormitorio de Papi. [Obama entraba en la leyenda y ella en la historia].Le grabó yéndose al baño, diciéndole que la esperaba en la cama, sacó una foto a la foto de Verónica Lario que estaba en la repisa, y también a la cama grande con el baldaquino barroco, regalo de Vladímir Putin. [La biblia de Lincoln, la cama de Vladimir Putin, los símbolos se adaptan a los tiempos].

La entrevista se celebra en el despacho de su abogada, Maria Pia Vigilante. [Lo dicho al principio].

Arcadi Espada se anticipó a este momento con una columna magistral, difícilmente superable. Si él conservara la costumbre de añadir una coda al texto, quizá admitiría ésta: "¿Quién podrá saber si una mujer ha gozado? En el hombre todo ocurre a la luz del sol, eyacula a la vista de Dios, mientras en ellas todo sucede en las profundidades, en las raíces de la carne". (Cesare Pavese, 'El oficio de vivir').