Uno de los grandes
No era ciertamente un actor del método, pero fue el Moisés de 'Los Diez Mandamientos', Ben-Hur y El Cid, lo cual bastaba para poblar de sueños la infancia y aún la adolescencia de un blogmaster (o de dos, si son pequeños). Pero fue, además, el hombre que hizo posible una de las películas más turbias del cine negro, al presionar para que se contratara a Orson Welles, tal como contaba ayer el remero Rattus Norvegicus.
A decir verdad, hay algo de confusión en la historia, pero nadie duda de que Welles fue atraído hacia el proyecto por la insistencia de Heston. Incluso si él sólo pensaba en Orson Welles como actor, (y no como director) la historia del cine seguiría debiéndole en parte el extraordinario personaje del capitán Hank Quinlan, inolvidable villano.
'Sed de mal' es una rara obra maestra. Valga este homenaje para volver a ver los cinco primeros minutos de esta película, desde el primer plano de unas manos que colocan la bomba en el maletero de un coche y una cámara (o varias) que van siguiendo ora al coche ora al matrimonio Vargas (Charlton Heston y Janet Leigh) en el plano secuencia más impresionante de la historia del cine.
A propósito de Heston y desde la particular opinión de quien esto escribe, no parece probable que coincidiéramos en el modelo de sociedad que pretendíamos, pero aprendí algo viendo un pretendido documental, 'Bowling for Columbine', en el que se le entrevistaba ya anciano y enfermo de Alzheimer: coincido mucho menos con la izquierda que representa su miserable director, Michael Moore, a quien le parece legítimo hacerse pasar por un ultraderechista para tirarle de la lengua y obtener las declaraciones que le permitan difuminar su mentira o disfrazarla de inocente broma, para decir a continuación, con toda la dignidad impostada de los progres: "Señores, he ahí un fascista".
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La entrevista a Jesús Eguiguren en El País de ayer tiene secuelas. Una, en El Mundo: Ángeles Escrivá desmiente al negociador. Otra, en el blog de Rosa Díez, que puntualiza algunas de sus respuestas.
A decir verdad, hay algo de confusión en la historia, pero nadie duda de que Welles fue atraído hacia el proyecto por la insistencia de Heston. Incluso si él sólo pensaba en Orson Welles como actor, (y no como director) la historia del cine seguiría debiéndole en parte el extraordinario personaje del capitán Hank Quinlan, inolvidable villano.
'Sed de mal' es una rara obra maestra. Valga este homenaje para volver a ver los cinco primeros minutos de esta película, desde el primer plano de unas manos que colocan la bomba en el maletero de un coche y una cámara (o varias) que van siguiendo ora al coche ora al matrimonio Vargas (Charlton Heston y Janet Leigh) en el plano secuencia más impresionante de la historia del cine.
A propósito de Heston y desde la particular opinión de quien esto escribe, no parece probable que coincidiéramos en el modelo de sociedad que pretendíamos, pero aprendí algo viendo un pretendido documental, 'Bowling for Columbine', en el que se le entrevistaba ya anciano y enfermo de Alzheimer: coincido mucho menos con la izquierda que representa su miserable director, Michael Moore, a quien le parece legítimo hacerse pasar por un ultraderechista para tirarle de la lengua y obtener las declaraciones que le permitan difuminar su mentira o disfrazarla de inocente broma, para decir a continuación, con toda la dignidad impostada de los progres: "Señores, he ahí un fascista".
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Contrapunto
La entrevista a Jesús Eguiguren en El País de ayer tiene secuelas. Una, en El Mundo: Ángeles Escrivá desmiente al negociador. Otra, en el blog de Rosa Díez, que puntualiza algunas de sus respuestas.
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