20 abril, 2008


Grimau, 45 años

Al alba de tal día como hoy, hace 45 años, el dirigente comunista Julián Grimau era fusilado en el campo de tiro de Campamento. Los faros de las camionetas que condujeron al reo y a los verdugos (soldados de reemplazo) hasta el lugar, sustituyeron la incierta luz de la mañana para iluminar su ejecución.

Julián Grimau García, miembro del Comité Central del PCE, había sido detenido en Madrid el 7 de noviembre de 1962 por la denuncia de un tal Lara. Conducido a la Dirección General de Seguridad, fue torturado y arrojado por una ventana a un patio interno del edificio de la Puerta del Sol donde se aloja la Comunidad de Madrid. El consejo de guerra sumarísimo que lo condenó a muerte comenzó el 18 de abril y terminó al día siguiente. Su defensor de oficio fue el capitán Alejandro Rebollo, un buen hombre que después de abandonar el Ejército, ejerció varios cargos políticos en los gobiernos de Adolfo Suárez y fue diputado en el Congreso por el CDS durante la tercera y la cuarta legislaturas. Fue asistido también por el abogado civil Amandino Rodríguez Armada. El proceso estuvo plagado de irregularidades y fue condenado por sus actividades policiales durante la guerra civil. Algunos testimonios lo sitúan como torturador en la checa de la plaza Berenguer el Grande; otros, en la ubicada en la calle Portal del Ángel, ambas en Barcelona, donde habrían sido víctimas suyas franquistas, anarquistas y miembros del POUM.

Jorge Semprún, responsable del PCE en el interior en aquella época, escribió en la primera parte de sus memorias, ‘Autobiografía de Federico Sanchez’:

“A raíz de su detención, y sobre todo después de su asesinato, cuando participé en la elaboración del libro (Julián Grimau — El hombre — El crimen — La protesta, Éditions Sociales, 1963) que el Partido (Comunista) consagró a su memoria, fui conociendo algunos aspectos de su vida que ignoraba por completo mientras trabajaba con él en la clandestinidad madrileña (…) Un día, mientras preparábamos la confección del libro ya citado, Fernando Claudín, bastante desconcertado y con evidente malestar y disgusto, me enseñó un testimonio sobre Grimau que acababa de recibirse de América Latina. Allí se exponía con bastante detalle la labor de Grimau en Barcelona, en la lucha contra los agentes de la Quinta Columna franquista, pero también —y eso era lo que provocaba el malestar de Claudín— en la lucha contra el POUM. No conservo copia de dicho documento y no recuerdo exactamente los detalles de esta última faceta de la actividad de Grimau, que el testigo de América Latina reseñaba como si tal cosa, con pelos y señales. Sé únicamente que la participación de Grimau en la represión contra el POUM quedaba claramente establecida por aquel testimonio, que fue edulcorado y censurado en sus aspectos más problemáticos, antes de publicarse muy extractado en el libro al que ya he aludido.”

El proceso, pese a su brevedad, estuvo plagado de irregularidades. El fiscal, Manuel Fernández Martín, era un impostor que se hacía pasar por abogado sin haber cursado nunca estudios de Derecho, cuando el Código de Justicia Militar exigía la condición de letrado para el cargo. Además, el delito por el que se le pidió y aplicó la pena de muerte, había prescrito a los 25 años de los hechos.

Franco desoyó las peticiones de clemencia de medio mundo, de la reina de Inglterra, John F. Kennedy y Juan XXIII entre otros, así como las del cardenal Montini, que muy pocos meses después accedería al solio pontificio con el nombre de Paulo VI. Las manifestaciones se extendieron por todas las capitales europeas, en una protesta como el franquismo no había conocido nunca. Rafael Alberti escribió un poema sobre el lamentable asunto:

Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
Pero el mundo se agita y se remueve.
En el mil novecientos treinta y nueve
se fusilaba sin más a tanto inmundo
protestar de masones, liberales,
comunistas, social democristianos,
escritores borrachos, italianos,
gentes de mal vivir y radicales.
Pero además, ¿qué pasa? Qué presentas?
Mundo, ¿cómo protestas, importuno?
¿Tanta importancia tiene a fin de cuentas,
que sean un millón o un millón y uno
los muertos de una guerra tan gloriosa?

Aquel 20 de abril, Julián Grimau se convirtió en el último muerto de la guerra civil española. Santiago Carrillo explicó que Franco lo había hecho fusilar para frenar la política de reconciliación nacional que entonces propugnaba su partido. Descanse en paz.

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Ha nacido un head hunter


La crónica de LRA en El País de hoy desmiente la versión que se había generalizado por los mentideros periodísticos sobre el nombramiento de Chacón como ministra de Defensa, según la cual, Zapatero había pensado que sustituyera a Magdalena Álvarez en Fomento, pero que Chaves se negó a hacerse cargo, háganse ustedes cargo, y que entonces tuvo que buscar otra cartera. Pensó en Carme desde el principio.

No hay mucho que decir sobre las razones. Ya las explicó Él. Llama la atención, en cambio, su proceso para seleccionar a las ministras de Innovación, Vivienda e Igualdad. A la primera, se la recomendó Odón Elorza; a la segunda, Ruiz Gallardón y a la tercera la conoció en un mitin.

Garmendia, a la que Zapatero conoció hace cuatro años en el CSIC, desempeñará un papel importante no sólo como titular de una cartera estratégica, como es Ciencia e Innovación, sino que tendrá proyección en Euskadi, como respaldo al secretario general del PSE, Patxi López, en su pretensión de ser lehendakari. Zapatero consultó para su nombramiento al alcalde de San Sebastián, Odón Elorza. [¿No consultaría más bien a Sebastián?]

Beatriz Corredor, registradora de la propiedad y ex concejala del Ayuntamiento de Madrid, es otra apuesta de futuro de Zapatero, que recuerda los elogios que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, hace de ella, con la que ha convivido desde mayo en el Ayuntamiento. "Es muy buena", le dijo el alcalde.

Zapatero se fijó en la socialista gaditana, de 31 años, Bibiana Aido, tras sendas conversaciones en los prolegómenos de dos mítines. Con ella, Zapatero pretende introducir en su Gabinete a la nueva generación socialista.



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