El diario La Vanguardia publicaba ayer un editorial contra el Manifiesto por la Lengua Común. En él se decía, entre otras cosas, lo siguiente:
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De la lectura del citado manifiesto se puede inferir que los castellanohablantes están sufriendo una merma de sus derechos en las comunidades bilingües: en el trato con los funcionarios públicos, en la rotulación de carreteras, calles y edificios, y en el sistema educativo, especialmente en Catalunya. (...)
No existe, al menos en Catalunya, ninguna merma de derechos.
El Mundo se hace hoy eco del citado editorial, reproduciendo un amplio extracto del mismo. Por si no bastaran las fotos de su portada que ilustran este post, el citado diario contraargumenta con su propio editorial. En El País, un tal Gonzalo Pontón escribe una tribuna irónica en la línea de todos los críticos del Manifiesto: en lugar de criticar el texto o un artículo de alguno de sus firmantes -¿qué tal el de Félix de Azúa?,- arremete contra lo que no dice o contra sus propias variaciones o bien contra una frase de uno de los cientos de artículos publicados en defensa del Manifiesto. Ésta, escrita por Laura Campany:
"Apadrine su acento, cultive su elegancia... y escójalo en el baile de pareja".
Notable prosopopeya, ciertamente, que lleva a Pontón a curiosos desvaríos y a la memoria histórica: el castellano era la lengua de quienes le quemaban en la hoguera hace unos siglos:
"yo añadiría al Manifiesto el reconocimiento que se debe a la enorme generosidad con que Castilla nos ha dado su lengua. Cuando ésta era camarada del imperio, a los castellanos (que te llevaban a la hoguera por un quítame allá esas filacterias) bien que les gustaba darle la lengua a las Indias."
El empecinamiento en la metáfora ñoña le lleva a explicar con toda claridad su excitada urgencia:
"España: dame la lengua, que quiero bailar contigo."
No es bailar, pillín. Si tal fuera, quedaría más propia la petición de la mano que la de la lengua. Dame la mano, que quiero bailar contigo. Pedir la lengua es el preludio de palabras mayores que bailar en el ámbito de las relaciones personales. Eso sí que es una prosopopeya rotunda. Desde el coito con la tierra de Alfredo y Olmo, los protagonistas de Novecento en la primera parte de la película no se había visto nada igual. Estos nacionalistas, siempre pensando en lo mismo.
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El diario El País publicaba ayer una encuesta propia cuyo resultado es preocupante para el Gobierno. El 63% de los encuestados suspenden a Zapatero por su (no) gestión de la crisis. El 75% considera que la situación económica es mala o muy mala. Hoy lo explica en un editorial tan poco objetable como la Ley de la Gravedad. http://www.elpais.com/articulo/opinion/Peticion/respeto/elpepuopi/20080714elpepiopi_1/Tes
Tal vez quepa un matiz en la interpretación: "los ciudadanos piden que el Gobierno les trate con más madurez", dice el referido editorial. El mes pasado fue forzado a comparecer en el Congreso para dar explicaciones sobre la crisis por todos los partidos de la oposición. No cabe exigirle madurez al Adolescente (© Arcadi Espada) ni esperar peras del olmo. Probablemente sería más precisa la expresión: "los ciudadanos exigen que el presidente del Gobierno les trate como a adultos". O sea, como a ciudadanos.
Tal vez quepa un matiz en la interpretación: "los ciudadanos piden que el Gobierno les trate con más madurez", dice el referido editorial. El mes pasado fue forzado a comparecer en el Congreso para dar explicaciones sobre la crisis por todos los partidos de la oposición. No cabe exigirle madurez al Adolescente (© Arcadi Espada) ni esperar peras del olmo. Probablemente sería más precisa la expresión: "los ciudadanos exigen que el presidente del Gobierno les trate como a adultos". O sea, como a ciudadanos.