17 julio, 2008

Calentando motores




























.

Vean un muestrario de las portadas que cinco periódicos catalanes (Avui, Diari
de Girona, El Punt, El Periódico y La Vanguardia) dedicaban ayer a las balanzas fiscales. La opinión pública o publicada catalana es bastante unánime, como puede verse. Cabe preguntarse por qué razón las ha hecho públicas el Gobierno 25 días antes de negociar la financiación autonómica. Descartemos la más peregrina: que lo hayan hecho en cumplimiento de una irreflexiva promesa del presidente del Gobierno y en la buena fe de que las comunidades deficitarias no van a usarlas como argumento para pedir más dinero. La otra es que lo hayan hecho precisamente por esa razón, con el objetivo de verse obligados a ceder.

Hoy, el diario El País reproduce unas declaraciones de José Montilla, en las que el honorable manifiesta su intención de usar las balanzas fiscales como argumento al negociar la financiación:
"Yo no estoy para hacer caer al Gobierno de Zapatero, pero esto no quiere decir que no esté dispuesto a crearle problemas, porque de problemas algunos ya le he creado y algunos más le crearé".
Por su parte, el presidente del Gobierno ha recaído en una expresión que ya había perpetrado hace mes y medio ante el editor Lara. Ayer, ante Cándido Méndez:
El pesimismo jamás ha creado un puesto de trabajo.
Ésta es una muestra acabada de lo que da de sí el pensamiento Zapatero. Es evidente que el pesimismo no crea puestos de trabajo. El optimismo tampoco. Ni la castidad. La lujuria sí, pero en un mercado desregulado. Tal vez le hiciera falta una tercera tarde para comprender que la creación de puestos de trabajo tiene que ver con la inversión productiva, no con los estados de ánimo del presidente del Gobierno.

No fue la única perla que salió ayer de la boca del presidente. Siguió la estela de Ibarretxe para adentrarse en el proceloso mar de las metáforas náuticas:
"Yo jamás me subiría a un barco cuyo capitán no tenga confianza en cómo van a salir las cosas".
Yo jamás me subiría a un barco cuyo capitán acostumbrara a llamar marejadilla a la mar montañosa en la creencia de que es un método infalible para apaciguar el temporal.

No hay comentarios: