04 julio, 2008

Iker Casillas, más asombroso todavía



El capitán de la Selección Española de Fútbol ha firmado el Manifiesto por la Lengua Común. La noticia, que se reproduce en la ilustración, debería agotarse en sí misma. Pero la cosa no es así. La razón que el portero de España da para explicar su firma al pie del manifiesto en la letra pequeña del subtítulo:
"Me adhiero porque no quiero que ni un sólo niño en mi país no tenga derecho a educarse en nuestro idioma común"

Esa es la cuestión y estas palabras revelan que ha entendido mucho mejor el texto del manifiesto que el presidente del Gobierno, la vicepresidenta primera, la ministra de Educación, el president de la Generalitat y una parte importante de lo que en términos convencionales, solemos llamar intelectuales, (cineastas, directores de teatro, de cine, escritores, filósofos y directores de museos, como el Reina Sofía y el Prado, que ayer expresaban su desconocimiento del texto que criticaban ayer en El Cultural de este periódico: (Compruébenlo aquí)
Jaume Balagueró, Lola Beccaria, Calixto Bieito, Borja Villel, Caballero Bonald, Julián Casanova, Rafael Chirbes, Alicia Giménez Bartlett, Víctor Gómez Pin, Javier Sádaba, Suso de Toro, Manoliño Rivas, Miguel Zugaza. Y el cineasta Fernado Colomo, que tiene una particularidad: él sí está a favor del manifiesto, pero no lo ha entendido.
Iker Casillas estaba cumplido con los penalties que le paró a Italia. Pero, ¿y si probáramos a que le explique a Zapatero sus ideas para hacer frente a la crisis económica?


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Mentes paralelas

El general Padilla ha explicado los pormenores de la operación que culminó con la puesta en libertad de Ingrid Betancourt y sus 14 compañeros de cautiverio. Evo Morales se la había adelantado al contar al mundo sus conclusiones sobre la liberación de los rehenes:
"Es muestra de las FARC, que liberan a los detenidos y de las conversaciones que empezó el compañero Hugo Chávez que hay que saludar, que ha contribuido con la liberación acordada mediante el diálogo"
En la madrugada del 1 de julio de 1997, ETA ponía en libertad al secuestrado Cosme Delclaux después de 232 días de secuestro y de que su familia hubiera pagado una cantidad indeterminada de dinero en concepto de rescate. Dos horas más tarde, la Guardia Civil descubría el zulo del taller de Mondragón en el que los terroristas mantenían a José Antonio Ortega Lara y lo rescataba tras haber detenido a sus secuestradores. Había pasado 532 días en aquel agujero.

Javi Madrazo fue reclamado aquella misma mañana para dar su opinión sobre el asunto. Su nivel de información no debía de ser completo, porque la cabeza implume de la izquierda vasca lamentó que, mientras Delclaux había recobrado la libertad gracias a la negociación y el diálogo,
"Ortega Lara lleva más de 17 meses secuestrado, sin que parezca que su cautiverio vaya a tener fin cercano debido a que Mayor Oreja no atiende a las peticiones de la familia y del Parlamento Vasco."
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Liderazgo internacional

La Internacional Socialista acaba de celebrar en Atenas su 23º Congreso durante los tres primeros días de la semana. Durante el encuentro se aprobó una resolución contraria a la directiva de retorno de la Unión Europea, por ser una medida contraria a los derechos humanos de los inmigrantes:

"la directiva de retorno, adoptada recientemente por el Parlamento Europeo, ha generado preocupación y rechazo en América Latina por los procedimientos de retorno y sus consecuencias para los derechos humanos básicos de los inmigrantes".

Justo la víspera, el secretario general del PSOE, partido miembro de la Internacional Socialista, aparecía ampliamente entrevistado en El País, en la que se le preguntaba por las profusas críticas que había recibido la directiva. Y José Luis se explicó: "La directiva europea de retorno de inmigrantes es un avance progresista":

"Lo que se estaba diciendo (contra la directiva de retorno) sólo podía ser por ignorancia o demagogia, porque la directiva no dice lo que se ha dicho que dice. ¿Y qué dice? Es un primer marco normativo común para la política de retorno [de inmigrantes irregulares a sus países de origen], que no existía, y que producía situaciones como que en nueve países [de la UE] no haya ningún límite de tiempo [al internamiento de indocumentados]. Si ahora tenemos una directiva que lo limita, será un avance en un sentido progresista. Si tenemos garantías jurisdiccionales para la gestión del retorno y la estancia en los centros de internamiento y antes no, [aunque] nosotros [sí] lo teníamos, pues eso significa un avance. Se puede estar de acuerdo o no, pero lo que no se puede decir es que se criminaliza la inmigración o atenta contra los derechos humanos."