13 julio, 2008



Contramanifiesto por las lenguas cooficiales

¿Por qué los laicos se expresan siempre con decálogos?



Ante el discurso pretendidamente homogeneizador y centralista que subyace en el Manifiesto por la Lengua Común, la Federación de Asociaciones de Escritores GALEUSCA manifiesta que: [La primera en la frente. No se limitan los firmantes a clavar al manifiesto en la primera frase los calificativos 'homogeneizador' y 'centralista', sino que de propina le regala un adverbio. Pretendidamente. No es que el Manifiesto sea tal, sólo lo pretende. Es un quiero y no puedo]

1. La realidad plurilingüe que conforma y da existencia al estado español, [es la afirmación más impresionante hecha nunca en el campo de la lingüística y aun en el de la historia, considerar que un estado, aunque sea el español, debe su existencia a la realidad plurilingüe que lo conforma] lejos de ser entendida como una «asimetría» o deficiencia per se, reproduce de una manera transparente una diversidad lingüística y cultural común a la mayoría de estados [no hay una diversidad que sea común a esos estados. O sea, la misma. Cada uno tendrá su propia diversidad] que conforman la Europa plurilingüe. [¿Creen los no firmantes en la propiedad transitiva? Si es la realidad plurilingüe la que conforma el estado y son los estados los que conforman la Europa plurilingüe, habrá que concluir que es la realidad plurilingüe de los estados europeos la que conforma la Europa plurilingüe].

2. El gallego, el euskara y el catalán no son «inventos» de ahora, sino lenguas que fueron normales en sus territorios y sociedades respectivas durante centenares de años. Su desnormalización, su pérdida de usos públicos, no se produjeron de manera «natural», sino por invasión de la lengua que fue decretada como oficial del estado, sin ninguna consulta ni acuerdo previos. [Extraordinario ejemplo de raciocinio entre el mito de la soberanía originaria y la paranoia. La pérdida de uso de una lengua, incluso su muerte (caigamos gozosamente en la prosopopeya) nunca se produce por lo que los firmantes entienden como causas naturales. Las lenguas no se extinguen por consunción, sino poruqe sus hablantes disponen de otra que resulta ser un instrumento de comunicación más práctico y versátil. Más eficaz, en una palabra. Los estados no adoptaron sus respectivas lenguas oficiales para imponérselas a nadie, ni siquiera a los gobiernos autonómicos. Simplemente aceptaron la que hablaba mayoritariamente la gente. Particularmente dramático es el caso de los firmantes vascos, que denuncian la invasión de una lengua cuyos primeros vagidos se dieron en su tierra.]

3. El artículo 3 de la Constitución española garantiza [no es la Constitución, es la ley de la gravedad] la presencia de esta lengua común para todos los habitantes del estado, mediante la exigencia a todos los ciudadanos de la obligación de conocer el castellano. Todos los ciudadanos de Galicia, Euskadi y los Países Catalanes asumen en la práctica esta exigencia, ya que no hay nadie que no tenga una buena competencia del castellano, [salvo los abajo no firmantes] independientemente de que lo tengan como primera lengua o segunda. En cambio, por lo que respecta al gallego, al euskara y al catalán, la legislación no prevé la obligación de ser conocidos en sus respectivos territorios, cosa que establece una asimetría en los derechos lingüísticos de los ciudadanos que quieren ejercer el derecho, que se les reconoce, a usarlos. [He aquí la cuestión., mejor dicho, dos cuestiones. La primera es que ya empieza el contramanifiesto a deslizar la confusión entre estudiar el idioma y estudiar en el idioma. La segunda es que la legislación, efectivamente, no sólo no impone la obligación del conocimiento de la lengua, sino que en Cataluña, sin ir más lejos, reconoce lo que la inmersión lingüística y los no firmantes niegan. El artículo 21.2 de la Ley 1/1998 de Política Lingüística establece que:

"Los niños tiene derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea esta el catalán o el castellano. La Administración ha de garantizar este derecho y poner los medios para hacerlo efectivo. Los padres o tutores lo pueden ejercer en nombre de sus hijos instando a que se aplique."]

4. El gallego, el euskara y el catalán también son lenguas oficiales en sus territorios, que es lo mismo que decir que son lenguas propias de aproximadamente el 40% de la población del estado español. [No, no es lo mismo. Ni el catalán, ni el gallego, ni, por supuesto, el euskera, son las lenguas propias de sus respectivos territorios, salvo que aceptemos como definición de lengua propia la que peor hablamos. En Euskadi, el euskera es la lengua materna de menos del 20% de la población. ¿Con qué argumentos sostienen los firmantes colectivos que el vasco es mi lengua propia o la de Juanjo Ibarretxe, extraordinario caso de alguien que fue analfabeto en su lengua propia hasta pasados los 40, mientras había estudiado Ciencias Económicas en la lengua extraña?]

Estos códigos lingüísticos, legítimos y en los que se reconoce el recorrido [¡Oh!] y la expresividad de un pueblo y de una cultura, son instrumentos de comunicación igualmente «democrática», herramientas de relación interpersonal útiles y necesarias para la sociedad que las sustenta.

5. El derecho al uso público, en todas las instancias, de la lengua propia está reconocido en todas las legislaciones democráticas del mundo. [Lo que no puede reconocerte nadie es el derecho a que una instancia particular te responda en tu propia lengua. Pongamos un ejemplo: un ciudadano de Murcia entra en un comercio catalán con ánimo de compra. Supongamos que el charnego no habla catalán -nadie es perfecto- o es un caprichoso que quiere expresarse en la lengua franca. No es imaginable que el comerciante, aunque sea votante de ERC, exponga ante el hipotético cliente su derecho a vivir su vida en catalán, no sé si me explico. Si hablamos de las instancias públicas es otra cuestión, pero la cuestión es simplemente la contraria. La administración autonómica de Cataluña (y la del Estado en dicha C.A.) atienden en catalán a todo el mundo. La primera no atiende en castellano a todos, ni usa impresos bilingües.] En el ámbito europeo, hace falta que recordemos la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias (aprobada y ratificada por el estado español) o la Declaración Universal de Derechos Lingüísticos, aprobada por unanimidad por el Congreso de los Diputados.

6. La visión anuladora que desde la enriquecedora realidad plurilingüe española se transmite desde el Manifiesto [¿Desde dónde se nos transmite, si puede saberse?¿Desde la enriquecedora realidad o desde el Manifiesto de los 18?] nos hace pensar en la similitud de tesis de la etapa franquista; [probablemente han querido decir "con la tesis"] un estado, una lengua y, consecuentemente, reforzar los planteamientos diferenciadores entre ciudadanos de primera y segunda por razones de lengua. [Impresionante anacoluto. ¿No quedaría más lógico el papel si los intelectuales no firmantes hubiesen escrito: "un estado, una lengua y dos clases de ciudadanos..."?] La competencia plurilingüe, también para los ciudadanos españoles nacidos en comunidades autónomas con una única lengua oficial, siempre será una clave que abra el mundo, que abra las fronteras del respeto por el otro desde la interpretación de una equidad entre los seres humanos, independientemente de su lugar de nacimiento, de residencia y de lengua propia. [Sería un detalle, efectivamente, que todos los niños de la Gomera aprendieran catalán para atender a Carod en su propia lengua la próxima vez que vaya a la isla para escribir un artículo titulado "Los sonidos del silencio II, pero no sé si es así como funciona el mundo]. Además, el Manifiesto parte de una premisa que no se corresponde con la realidad, ya que en ningún caso el castellano corre ningún peligro en todo el territorio del estado. [Hasta ahora habían demostrado que no sabían escribir, pero el asunto es más grave aún: ¡no saben leer! La premisa de la que parte el Manifiesto es justamente la contraria: "nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo entero, sólo superada por el chino y el inglés"].

7. El aprendizaje de las lenguas, además de la propia, ha de ser entendido siempre en sentido positivo y como sinónimo de enriquecimiento del individuo, ya que el aprendizaje plurilingüe estimula la expresividad y el conocimiento de las personas. En el caso de Galicia, Euskadi y los Países Catalanes es imprescindible que la población sea competente en las dos lenguas oficiales, para que cada uno pueda decidir libremente cuál de ellas utilizará en los diferentes ámbitos y situaciones. Es decir, la doble competencia es imprescindible para garantizar la libertad lingüística. ["libertad es esclavitud", escribió Orwell en '1984'].

8. Para garantizar esta utilización libre de las lenguas hacen falta medidas surgidas de una política lingüística adecuada. Es decir, para garantizar los derechos que tenemos también los hablantes del catalán, el euskara y el gallego se necesitan políticas lingüísticas que creen las condiciones para ejercerlos, tal y como dictó el Tribunal Constitucional en la sentencia 334/1994 cuando «avala un trato desigual, que no discriminatorio, para las dos lenguas oficiales en función del carácter propio de una de ellas que precisa de una acción normalizadora que ha de implicar, necesariamente, acciones de soporte singularizado». [Ver acotación al punto 5].

9. Las políticas lingüísticas aplicadas al ámbito educativo en las comunidades bilingües, tienen como objetivo conseguir que el alumnado logre una buena competencia en las dos lenguas oficiales, independientemente de cuál sea la lengua familiar. Para conseguir este objetivo, hace falta desarrollar planificaciones lingüísticas que garanticen la consecución y que pasen, necesariamente, por la utilización vehicular mayoritaria de la lengua más desfavorecida socialmente. [Hacer estudiar a los niños en la lengua "más desfavorecida socialmente", o sea, la que peor domina una parte de ellos supone, en Cataluña, una violación de la referida ley de Política Lingüística, si los padres de esos niños se oponen y supone empujar al analfabetismo a una parte de la población, al transmitirles conocimientos en una lengua que no dominan.] Y eso, en lugar de ir contra la libertad lingüística es, precisamente, una actuación imprescindible para garantizar esta libertad lingüística. [Reiterativo].

10. Las escritoras y los escritores gallegos, vascos y catalanes [el lenguaje correcto por razón de género tiene sus reglas. Si han empezado con "las escritoras y escritores" deberían escribir a continuación: "gallegas y gallegos, vascas y vascos, catalanas y catalanes". No está bien que se combata la invisibilidad de la mujer en el sustantivo para favorecerla en los gentilicios] PROCLAMAN nuestra voluntad [una de dos: o bien optan por hablar de sí mismos en tercera persona del plural, como si fuesen lehendakaris: "proclaman su voluntad" o eligen la primera persona "proclamamos nuestra voluntad"] de continuar escribiendo en nuestras lenguas y de contribuir al proceso, inacabado, de su normalización como derecho humano, democrático y pacífico al cual no renunciaremos. Repudiamos enérgicamente todos los intentos de EXCLUSION que colegas escritores españoles hacen de nuestras lenguas [primer punto del Manifiesto:

"1. Todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido...]

y lamentamos que, en lugar de preocuparse por la salud del español en Puerto Rico, Costa Rica o los Estados Unidos, se dediquen a combatir al más próximo y asimétricamente discriminado. [¿Asimétricamente discriminado? Si no hay aquí redundancia es simple gilipollez].

11 de julio de 2008

Asociación de Escritores en Lengua Catalana (AELC), Asociación de Escritores en Lengua Gallega (AELG) y la Asociación de Escritores en Lengua Vasca (EIE).

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Esa riqueza conceptual, esa sintaxis, ese respeto a las palabras... el caso es que suenan extraordinariamente familiares. ¡SUUUSOOOO!

Pie de ilustración.-Suso de Toro, muñidor del contramanifiesto, descarga su decálogo contra los firmantes del Manifiesto.



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