21 marzo, 2011

Responsabilidad


Hoy, Almudena Grandes publica en El País una buena columna que constituye un infrecuente ejercicio en el columnismo español: razonar contra las posiciones propias. La escritora ha sido criticada aquí en alguna ocasión por sectarismo. Hoy da una espléndida lección de lo contrario y es de justicia destacarlo. He aquí la yema del asunto:
"Mientras la información suministrada por las grandes cadenas de televisión norteamericanas creaban un pánico capaz de acabar con todo el yodo de la Costa Oeste, el comisario europeo de energía, Oettinger, hablaba del apocalipsis que está por llegar. Así logró convertirse en una estrella mediática, mucho más popular que esos catedráticos de Física que no interesan a nadie. Donde debería de haberse abierto al fin una reflexión seria, reposada y basada en evidencias científicas, Merkel ha inaugurado una corriente de gestos que resulta pintoresca, como mínimo, en un continente donde nadie recuerda una ola de 10 metros. Nadie parece tampoco interesado en averiguar si existe alguna causa capaz de explicar el sorprendente incremento de la actividad sísmica en el planeta.
No tengo ninguna simpatía por la energía nuclear. Pero la transparencia y la serenidad del Gobierno japonés me parecen mucho más respetables que el apresurado populismo electoral que algunos líderes occidentales intentan hacer pasar por responsabilidad. Para mí, en estos momentos, la imagen de la responsabilidad es Yukio Edano, con su expresión grave, su chaqueta azul y su apabullante dignidad."
Hay que hacer una salvedad para destacar que el populismo  al que se refiere Grandes  en los líderes europeos no afecta al nuestro, que tuvo una actuación impecable. Hoy mismo, el editorial del diario se titulaba: "La opacidad de Japón", justo en la antítesis de  de las muy razonables observaciones de Grandes:

"Todavía es pronto para hacer balance, pero puede decirse que no se ha producido el escenario de "apocalipsis" evocado por el comisario europeo de Energía, al menos con relación con el daño sufrido por los reactores nucleares, aunque el adjetivo de apocalíptico sí parece apropiado al enjuiciar la magnitud del desastre causado por el terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter, y los centenares de réplicas de nivel inferior, y el tsunami subsiguiente, con más de 20.000 muertos y desaparecidos contabilizados y más de medio millón de personas fuera de sus hogares. (...)
Otra de las reflexiones está relacionada con la información al público. Ha sido deficiente y tardía. Todos los organismos involucrados en el seguimiento del accidente, empezando por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) o la Unión Europea, han señalado graves carencias al respecto. Por un lado, parece que la compañía propietaria de las plantas, Tepco, ha remoloneado en las informaciones que iba dando incluso al propio Gobierno japonés. Por el otro, está la excesiva prudencia con que el Gobierno ha tratado la información facilitada, seguramente con la intención de no crear una alarma injustificada. Esta forma de proceder coincide con lo que ha ocurrido en otros casos, incluyendo el accidente de Chernóbil, y siempre da lugar a lo contrario de lo que se persigue."