15 junio, 2008

Bono en posición de Loto


Ayer fue un día señalado para la memoria, una jornada de homenaje a los presos políticos y reresaliados por el franquismo. Uno de los actos más importantes era la recepción que les dispensó el presidente del Congreso en la cámara baja. Estos son grandes momentos nescafé para el populismo de José Bono, que en estas circunstancias siempre se viene arriba. Estaba nuestro héroe en una elaborada defensa de la memoria con estas palabras:
"No puedo olvidar y no quiero olvidar y no quiero que mis hijos y mis nietos y vuestros hijos y vuestros nietos olviden..."

cuando, entre el entusiasmo de los invitados, uno de ellos comenzó a pasear entre aplausos y vivas a la República de aquella amable peña una bandera republicana de regular tamaño. Se vio cómo le mudaba el color y la semblante ¿o se dice el semblante y la color? y, en un momento, cambió el tono, el ritmo y la armonía del discurso:
"No, mire, con la misma fuerza con la que estoy defendiendo lo que pienso, que es lo que les digo, en esta casa son invitados del Congreso de los Diputados y de la legalidad, y la legalidad es la que marca la Constitución y no otra. Por tanto, no puedo aceptar manifestaciones que no son legales en este momento..."

Detengámonos un momento en estas últimas palabras. "En este momento", dice, con el mismo argumento con que defienden la 'miembra' de Bibiana Aído. La joven ministra ya sabe que su palabro no existe en el DRAE, pero el feminismo oficial pelea para que se incluya. Lo mismo que los republicanos con su bandera. Pero más allá de la coyuntural frase de Bono, mostrar una bandera republicana, ¿es una manifestación ilegal?

Hagamos un poco de memoria. Durante la visita del presidente Zapatero a los actos conmemorativos de la liberación del campo de exterminio de Mauthausen, en homenaje a las 5.000 víctimas españolas del nazismo, la bandera republicana y la senyera estrelada de los independentistas catalanes ondearon junto a la bandera oficial de España, sin que el presidente del Gobierno hiciera gesto alguno de incomodidad por ello.

Ítem más, toda la legislatura pasada, el Gobierno de Zapatero, en el que Bono fue ministro de Defensa, tuvo como aliados a dos partidos explícitamente republicanos, que así se reclamaron en todo momento durante los cuatro años.

Tampoco se debe olvidar que en los mítines del PSOE, partido al que pertenece Bono, en este momento y en todos los momentos de la legislatura pasada, la bandera republicana era exhibida normalmente en los mítines, sin que ninguno de los oradores, incluso cuando estos eran Zapatero y Bono, hiciese gesto alguno de distanciamiento.

Son caprichos del alzhéimer, las cosas de la memoria histórica, ese oxímoron que ayer llevaba a la ministra Cabrera a enunciar la siguiente incongruencia, animada por la mejor de las voluntades:
La memoria histórica es una memoria individual.
Pues no. Esto lo sabe hasta la ministra Aído, que el otro día definía la cuestión en términos mucho más rigurosos:
"que no tengamos recuerdos no quiere decir que carezcamos de memoria histórica".

Una cosa es la memoria. Otra, la historia. Con la mixtura imposible de los dos términos se quiere invocar precisamente una memoria colectiva que oficialice los recuerdos que no tenemos, sustituir la historia por la leyenda, plantar a Forrest Gump junto al presidente Kennedy o a Bibiana en el recital de Raimon del 68. Educados en la fe, que es creer lo que no vimos, reivindiquemos la memoria de recordar lo que no vivimos.