Mala cabeza
Santiago González
Un criterio taxonómico esencial para clasificar españoles es el de partidarios/detractores del cabezazo de Zidane. Misterios de la fisiología: resulta tan admirable la precisión con que el cerebro del mago gobierna sus pies como lamentable que no sea capaz de gobernar su cabeza a pesar de quedarle mucho más cerca.
Situemos los hechos tal como los percibimos: segunda parte de la prórroga. Zidane -jamás podré llamarle “Zizou”, que parece nombre de un perrito de compañía para una ‘vieille dame indigne’- camina por el campo, tres pasos por delante de un Materazzi mascullador. De pronto, el jugador francés se vuelve y propina al italiano un fuerte cabezazo en el esternón que da con él en tierra. “Algo le ha tenido que decir Materazzi”, pensé en aquel momento para mí. Tal vez: “te voy a untar la calva con tocino”, me dije, no por nada, sino porque fue lo que le escribió Quevedo a Góngora para tildarle de converso: “Yo te untaré mis obras con tocino/ porque no me las muerdas, Gongorilla/ perro de los ingenios de Castilla…”
Los partidarios del cabezazo y el propio jugador han dado otras versiones: que le llamó “terrorista islamista” o que tachó de “putas” a la madre y a la hermana del jugador francés. Columnista ha habido que lo comparó con Otelo y justificó el cabezazo por la honra de sus mujeres, habiendo llamado ella misma en público “hijos de puta” a los millones de españoles que habían votado al PP.
Parece obvio que el comportamiento del exmadridista es la negación del espíritu deportivo; que su poca cabeza, valga la paradoja, fue tal vez un factor clave para que Francia perdiese la final; que la profesionalidad es incompatible con caer en provocaciones; que la ofensa del italiano fue privada, mientras el cabezazo lo vimos decenas de millones de personas. Los partidarios del cabezao aman en Zidane al niño argelino pobre de los suburbios de Marsella y aquí entra en juego la excepción multicultural: no es lo mismo llamar “hijoputa” a un español cualquiera que a un magrebí. Con el español, casi seguro que acertamos, especialmente si no es de los nuestros.
Parece obvio que el comportamiento del exmadridista es la negación del espíritu deportivo; que su poca cabeza, valga la paradoja, fue tal vez un factor clave para que Francia perdiese la final; que la profesionalidad es incompatible con caer en provocaciones; que la ofensa del italiano fue privada, mientras el cabezazo lo vimos decenas de millones de personas. Los partidarios del cabezao aman en Zidane al niño argelino pobre de los suburbios de Marsella y aquí entra en juego la excepción multicultural: no es lo mismo llamar “hijoputa” a un español cualquiera que a un magrebí. Con el español, casi seguro que acertamos, especialmente si no es de los nuestros.
(Publicado en Diario de Navarra)
3 comentarios:
Cuando leí que el insulto del italiano podría ser el de “terrorista”, toda la ira de Zidane me pareció poca. Aunque la expulsión siempre sería justa y el “Balon de oro”, inexplicable. Pero que finalmente la cosa fuera por atentar contra el honor de su madre y de su hermana, ahí si que me quedé preocupada. Como mujer y por ser quién es -en este caso sí-Zidane.
Buen día.
Que un tipo que gana miles de millones de pesetas, repito, miles de millones de pesetas, no sea capaz de aguantar provocaciones, sean cuales sean, en una final de un campeonato, tras más de 15 años jugando al fútbol profesional y tras varias finales jugadas, no tiene disculpa. Y mira que es elegante jugando (salvo cuando reparte bofetás). Lo de Marujita es lo de siempre: lo políticamente correcto mezclado con su amor hacia lo magrebí-árabe-palestino-etc.
así que Maruja Torres nos describe una situación en la que los alienados occidentales que ven fútbol, gritan de forma indecente sin ninguna excusa que pueda justificarles (ofensores que deben recibir castigos), mientras que el buen emigrante, aparentemente, y sólo aparentemente, porque ella es capaz de atisbar la verdad por debajo de los hechos, realiza una mala acción, que en cualquier caso tendrá explicación y justificación......¡¡ viva el fomento de la responsabilidad individual !!
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