Disparar con rama de olivo
Manuel Rivas aborda hoy con nostalgia una cuestión de mucha enjundia en el periódico de referencia: la guerra del Líbano. Echa de menos el escritor gallego los buenos tiempos de Arafat, "el hombre que llevaba la rama de olivo al lado de la pistola". Era el fusil. El acto se produjo el 13 de noviembre de 1974 en la Asamblea de las Naciones Unidas. Arafat dijo: "Vengo con el fusil de combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano".
La expresión fue citada de manera incansable por los medios de comunicación durante los días de su agonía y fallecimiento, justo 30 años después. Era una evidente amenaza elíptica, pero el público en general y nuestros progres en particular tienen una notable capacidad para embobarse con las metáforas. Justo 30 años después, el 14 de noviembre de 2004, esa frase era invocada por Arnaldo Otegi en el mitin de Anoeta en el que arrancó el llamado "proceso de paz". En homenaje al 'rais' fallecido, Otegi se acercó al micrófono con una kufiya en la mano. Cubrió con ella el atril de los oradores y recordó vagamente las palabras de Arafat: "la izquierda abertzale se presenta hoy aquí con un ramo de olivo en la mano. Que nadie deje que se caiga al suelo."
Imaginemos que alguien entra en banco y le dice al cajero: "tengo una bolsa de plástico vacía en una mano y una pistola en la otra". A poco avispado que sea el susodicho, le bastará con esa frase para hacerse una composición de lugar, si bien el visitante puede ayudarle en su proceso deductivo: "no dejes que la bolsa siga vacía". Eso, si tiene el día pedagógico. Si lo tiene borde, puede añadir sencillamente: "tú verás". Si el solicitante (no se le puede llamar atracador sin incurrir en una actitud crispadora) hubiera cultivado la oratoria de los socialistas guipuzcoanos, formularía su petición, que no exigencia, en los términos siguientes: "Más vale pedir que tenerlo que robar. Soy un agente político aturdido, con los espacios achicados. Dé un paso audaz y valiente: lléneme la bolsa".
A veces, los terroristas usan perífrasis elaboradas para definir su actividad principal. Arafat acuñó una aquel día de 1974 en Nueva York. Al definirse como combatiente de la libertad se situó en el lado moralmente soleado de la calle y su mencionado fusil dejaba de ser arma para convertirse en herramienta de luz, progreso y -¿por qué no?- de paz. Es tan atractivo el sintagma "fusil de combatiente de la libertad" que casi se confunde con la rama de olivo. "Iba matando canallas con su cañón de futuro", cantaba Silvio Rodríguez.
Citar es repetir erróneamente las palabras de otro, escribió Ambrose Bierce y Arnaldo Otegi hizo suyas las palabras de Arafat en el citado mitin de Anoeta el 14 de noviembre de 2004. Más o menos. Lo que en Arafat era petición, tiene el carácter inquietante de una orden perentoria. No explicó, por otra parte, lo que tenía y aún conserva la izquierda abertzale en la otra mano, aunque no parece que hiciera falta. En esa imagen se asienta la teoría de la negociación en las dos mesas: aceptar la disyuntiva "qué prefieres, fusil o rama de olivo". Si aceptamos elegir ya estamos a favor del 'proceso de paz'.
Manuel Rivas aborda hoy con nostalgia una cuestión de mucha enjundia en el periódico de referencia: la guerra del Líbano. Echa de menos el escritor gallego los buenos tiempos de Arafat, "el hombre que llevaba la rama de olivo al lado de la pistola". Era el fusil. El acto se produjo el 13 de noviembre de 1974 en la Asamblea de las Naciones Unidas. Arafat dijo: "Vengo con el fusil de combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano".
La expresión fue citada de manera incansable por los medios de comunicación durante los días de su agonía y fallecimiento, justo 30 años después. Era una evidente amenaza elíptica, pero el público en general y nuestros progres en particular tienen una notable capacidad para embobarse con las metáforas. Justo 30 años después, el 14 de noviembre de 2004, esa frase era invocada por Arnaldo Otegi en el mitin de Anoeta en el que arrancó el llamado "proceso de paz". En homenaje al 'rais' fallecido, Otegi se acercó al micrófono con una kufiya en la mano. Cubrió con ella el atril de los oradores y recordó vagamente las palabras de Arafat: "la izquierda abertzale se presenta hoy aquí con un ramo de olivo en la mano. Que nadie deje que se caiga al suelo."
Imaginemos que alguien entra en banco y le dice al cajero: "tengo una bolsa de plástico vacía en una mano y una pistola en la otra". A poco avispado que sea el susodicho, le bastará con esa frase para hacerse una composición de lugar, si bien el visitante puede ayudarle en su proceso deductivo: "no dejes que la bolsa siga vacía". Eso, si tiene el día pedagógico. Si lo tiene borde, puede añadir sencillamente: "tú verás". Si el solicitante (no se le puede llamar atracador sin incurrir en una actitud crispadora) hubiera cultivado la oratoria de los socialistas guipuzcoanos, formularía su petición, que no exigencia, en los términos siguientes: "Más vale pedir que tenerlo que robar. Soy un agente político aturdido, con los espacios achicados. Dé un paso audaz y valiente: lléneme la bolsa".
A veces, los terroristas usan perífrasis elaboradas para definir su actividad principal. Arafat acuñó una aquel día de 1974 en Nueva York. Al definirse como combatiente de la libertad se situó en el lado moralmente soleado de la calle y su mencionado fusil dejaba de ser arma para convertirse en herramienta de luz, progreso y -¿por qué no?- de paz. Es tan atractivo el sintagma "fusil de combatiente de la libertad" que casi se confunde con la rama de olivo. "Iba matando canallas con su cañón de futuro", cantaba Silvio Rodríguez.
Citar es repetir erróneamente las palabras de otro, escribió Ambrose Bierce y Arnaldo Otegi hizo suyas las palabras de Arafat en el citado mitin de Anoeta el 14 de noviembre de 2004. Más o menos. Lo que en Arafat era petición, tiene el carácter inquietante de una orden perentoria. No explicó, por otra parte, lo que tenía y aún conserva la izquierda abertzale en la otra mano, aunque no parece que hiciera falta. En esa imagen se asienta la teoría de la negociación en las dos mesas: aceptar la disyuntiva "qué prefieres, fusil o rama de olivo". Si aceptamos elegir ya estamos a favor del 'proceso de paz'.
12 comentarios:
No le dé vueltas, señor Santiago, las referencias intelectuales básicas sobre la cosa del armamento hay que tomarlas del sargento instructor de la Chaqueta Metálica. Canta el sargento y hace cantar a la compañía de reclutas mientras desfilan dentro del barracón con una mano en el fusil y la otra en los huevos:
Aquí mi fusil,
aquí mi pistola,
el uno dispara,
la otra consuela.
¿Le ha oído usted al sargento decir algo de la rama de olivo? ¿A que no? La rama de olivo son tonterías para tener entretenidos a pacifistas sin oficio ni beneficio.
Aquí mi fusil, aquí mi pistola... me voy a marcar el paso de la oca por el pasillo.
Eneko, al sargento de la chaqueta metálica le meten un tiro cuando entra en el WC. Acuérdese.
Si Arnaldo se leyese el "Diccionario del Diablo" de Ambrose Bierce a lo mejor se conocería un poco mejor a sí mismo.
Saludos a todos y buen sábado.
Leyendo lo que escriben y despotrican tantos y tantos comentaristas de la actualidad sobre el conflicto entre un Estado, Israel, y una milicia terrorista, la organización armada de Hezbollah, me corfirmo en mi idea de que en el mundo de los medios de comunicación españoles, no hace falta saber ni sumar para ponerse a resolver una ecuación no lineal en derivadas parciales como poco.
Claro que el caso de Manuel Rivas, a este respecto, es especial; eso ya se sabe desde hace tiempo. Tengo para mí que leer a este ensartador a granel, y sin ton ni son, de topicazos infumables es una pérdida de tiempo absoluta, pues ni siquiera cabe la excusa de que uno se desternilla riendo sus payasadas, como en el caso de Suso de Toro.
Sí que lo recuerdo, Chema, no crea que no. ¿Y quién le mete el tiro? el Zerolo de la compañía.
Permítanme copiar este artículo.
Hoy en "La Nueva España":
La Kufiya (por Álvaro Lozanos Sol).
Hace unas semanas hablaba con dos amigos sobre política internacional. Cuando tocó el tema iraquí, a pesar de tratarse de personas inteligentes y sensatas, no me causó extrañeza que desconocieran que las tropas españolas fueran enviadas a Irak al amparo de las resoluciones 1483 de 22 de mayo de 2003 y 1511 de 16 de octubre de 2003 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que también, si no hubieran recibido la orden de retirarse, podrían haber seguido allí en virtud de la legitimación dada por la resolución 1546 de 8 de junio de 2004.
Tampoco me sorprendió lo más mínimo que no recordaran la intervención televisada ante los medios de comunicación de Ángel Acebes, el mismo 11-M sobre las ocho de la tarde, informando de que había aparecido en Alcalá de Henares una furgoneta con detonadores y una cinta en árabe con versículos del Corán y que no se descartaba ninguna línea de investigación.
La falta de memoria de mis amigos y su desconocimiento de las resoluciones antes citadas no me causaron sorpresa porque estoy plenamente convencido de que la manipulación del lenguaje para construir frases populistas carentes de rigor es el mayor corrosivo contra el afán de conocer la realidad, si quien recibe el mensaje tiene sus intereses y actividades alejadas del tema en cuestión.
Lo vivimos y lo vimos en las últimas elecciones generales. «Nunca mais», «No a la guerra», «Asesinos», «Gobierno mentiroso», «El 11-M ocurrió por habernos metido en una guerra ilegal», «Queremos saber», fueron algunos de los mensajes sin rigor fabricados hábilmente para calar entre el electorado. El éxito fue rotundo y, por eso, el juego del doble lenguaje para suavizar la cruda realidad o para buscar frases que coticen al alza en las urnas lo seguimos viviendo y viendo en la actualidad.
En Euskadi se guarda en el Diccionario el término «terrorista» para emplear «interlocutor de la izquierda abertzale», se confunde la memoria con el rencor, la justicia con la intransigencia y se pervierte la palabra «paz» cuando en realidad no hay una guerra, simplemente se trata de una banda de pistoleros que asesinan y extorsionan dentro de un Estado de derecho.
La reciente intervención del Ejército israelí en el Líbano fue acertadamente tratada en el Congreso de los Diputados por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que indicó que el inicio de la crisis está en la milicia proiraní de Hezbolá y en el Gobierno de Hamas, reconoció el derecho de defenderse del Estado hebrero y recordó que según la resolución 1559 de la ONU, las milicias de Hezbolá deberían estar desarmadas. Paralelamente, en el Festival de las Juventudes Socialistas celebrado en Alicante, nuestro presidente del Gobierno criticó con dureza a Israel, pasó de puntillas sobre la responsabilidad de Hezbolá y Hamas, nada sobre Damasco y Teherán y se fotografió sonriente con el tradicional pañuelo palestino. Eso sí, con hermosas palabras como igualdad, solidaridad, derechos humanos, guerra contra la pobreza, utopía, tolerancia y muchísima paz, dio un recital de maestro a la hora de construir bonitas frases huecas en busca del aplauso fácil y del rédito electoral.
De tonto no le queda ni un pelo.
Santiago, da usted en el clavo con su análisis de hoy. Quería haber escrito por la mañana pero el trabajo me lo ha impedido. Es cierto que el mundo palestino ha ejercido siempre una gran atracción sobre quienes se consideran progresistas. Yo misma, hace 30 años, iba al instituto encantada con mi pañuelo palestino al cuello, y eso que en mi casa siempre había oído a mi padre elogiar a los israelíes. Y era socialista; a mí entonces no me cuadraban las cosas, quiero decir que sintiéndose socialista fuera proisraelí. Se ve que mi padre era un hombre de sentido común; eso lo vi después, claro, no con 15 años, cuando se supone que yo era comunista. En fin, con cuántas contradicciones hemos crecido....y hasta hoy. Hay que reconocer que es duro darse cuenta que, cuando menos, la mitad de nuestras vidas hemos vivido autoengañados.
Acabo de ver que han atentado contra la sede del PP en Getxo. Muchos dirán que sólo es una pintada. Lamentablemente, eso es lo que viene en el País Vasco: todos somos buenos menos los populares, que no tienen derecho a nada. Ya lo dije Arzalluz en aquel Alderdi Eguna al que asistí espantada, porque yo cuando veo miles de banderas juntas me estremezco de miedo. Perdón que me despisto; me refería a aquello que dijo sobre que los del PP no tenían ni bares ni sedes en Euskadi. Y miles de personas rieron la gracia. Pues eso, aumentado, porque ahora también ríen los socialistas, es lo que viene.
Santiago absolutamente bordado. Peregrín también
Manolito Rivas es la más meliflua voz del coro de castratti que enjabonan al Gobierno. Entre nuestros escritores puede haber otros tan cúrsiles como él, pero no más que él. Para encontrar un nivel de cursilería superior habría que irse ya al mundo de los cantautores. Y es una lástima que Manolito Rivas no sepa tocar la guitarra, porque podría haber sido, en efecto, uno de nuestros cantautores. Aunque, bien pensado, no hace falta saber tocar la guitarra para ser uno de nuestros cantautores, como lo demuestra el aporreador de guitarras Raimon.
"En esa imagen se asienta la teoría de la negociación en las dos mesas: aceptar la disyuntiva "qué prefieres, fusil o rama de olivo". Si aceptamos elegir ya estamos a favor del 'proceso de paz'.
Esto es.
Don Hermann, buen amigo, me gustaría hacerle un pregunta en este foro.
Mire usted: he oído mucho estos días hablar y escribir sobre la "respuesta desproporcionada", "desmedida" del Estado de Israel a unos ataque terroristas perpetrados desde el interior de un país vecino con el que no existe estado de guerra en la actualidad. Que es una respuesta, lo admite todo el mundo; que Israel tiene el Derecho Internacional de su lado cuando responde a los ataques, no creo que se pueda dudar, excepto para justificar hacerse fotos de verbena altermundista e "hiperprogre".
Mas no sé cómo se decide si la respuesta es o no desmesurada, desproporcinada. Desconozco si se puede establecer objetivamente que Israel ha dado una respuesta desproporcinada a los ataques terroristas. ¿Sabe usted, a este respecto, qué criterios son de aplicación en este caso para poder aseverar con rotundidad que la respuesta ha sido desmedida, desproporcionada?
Sospecho que para hacer esos juicios de valor hay que estar muy bien informado y saber hasta donde sea posible la situación del conflicto y el riesgo que suponen acciones armadas terroristas como la que ahora está respondiendo Israel para la supervivencia del Estado israelita y de la soceidad libre que sustenta dicho Estado de derecho.
Me imagino que habrá que saber muy bien si hay o no Estados cómplices de esa agresión; si desde otros Estados de la comunidad internacional se financia y se arma a grupos islamistas instalados en las fronteras israelitas y dispuestos a destruir a Israel.
En fin, don Hermann, que creo que calificar sin más de "desmedida" o "desproporcinada" la respuesta de Israel a unos ataques terroristas, si no se argumenta, me parece un juicio igualmente desmedido y desproporcionado.
Y termino con una pregunta: si Israel siguiese con los terroristas de su entorno la misma política apaciguadora y pseudopacifista que sigue nuestro gobierno con ETA, ¿cuántos años de vida le daría usted al Estado de Israel? ¿O sólo le daría unos cuantos meses?
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