Operación Lehendakari, Fase Uno

Hubo un tiempo en el que los socialistas promovieron una forma de vida alternativa a la realmente existente en Euskadi. Fue en las elecciones autonómicas de 1.990. El candidato a la Presidencia del Gobierno Vasco era Ramón Jáuregui y el lema de la campaña electoral, 'Tu garantía', junto a las siglas PSE.

Durante aquella campaña se acuñó el concepto 'postnacionalismo' o, para ser más exactos, se redefinió muy libremente el que había acuñado Habermas. El postnacionalismo del PSE venía a afirmar que la sociedad vasca había superado el nacionalismo estricto que la había marcado desde la transición. Aun cuando una parte significativa de ella se expresara electoralmente en clave nacionalista, había evolucionado hacia el pragmatismo y soslayaba las cuestiones identitarias, piedra angular de una concepción nacionalista de vida en aras de otras prioridades.

Este blogmaster, en compañía de un amigo cuyo nombre no daré para no comprometerle, propuso un ejemplo indumentario: El nacionalismo, tras intentar durante años vestir a los vascos como si fuesen modelos para un cuadro de Arteta o figurantes para una representación de 'El Caserío', había constatado su fracaso y le había encasquetado la boina a sus variados cuerpos policiales como parte del uniforme, porque la ciudadanía prefería vestir de paisano.

A la vista de la foto de El Correo, habría que musitar la conocida jaculatoria "¡que Santa Lucía nos conserve la vista!". El candidato a acabar con el régimen nacionalista empieza por calzarse la txapela el segundo día de campaña, después de haber alternado en círculos de ortodoxia muy estricta. Luego vendrán la makila, el chaleco y las abarcas y quizá los cencerros de los zanpanzares para los días de fiesta. 'La clave es no dar miedo', ha titulado mu correctamente su crónica la periodista Olatz Barriuso.

Conocemos los precedentes. Hace diez años el blogmaster soñaba con que Maragall, el modelo de los socialistas vascos, pudiera sustituir a Pujol en la Presidencia de la Generalitat. ¡Qué vergüenza! Descubrimos entonces que todo es manifiestamente empeorable y ratificamos esta impresión cuando Maragall fue sustituido por su caricatura, Pepe Montilla.

Aquí tenemos al candidato socialista, poniéndose la txapela entre el alborozo de la peña: "¡Somos como ellos!" Nunca debimos olvidar el viejo axioma de que cuando una merluza llega hasta la mesa de un pobre, es porque uno de los dos está enfermo.