La vicepresidenta esculpe frases en mármol travertino

La vicepresidenta del Gobierno compareció, como de costumbre, ante los medios, tras el Consejo de Ministros y Ministras. Dijo que las manifestaciones en contra del rey son obra de grupos minoritarios sin apoyo social y repartió las culpas entre los medios de comunicación que amplifican los sucesos y el PP, que los aprovecha para hacer electoralismo. Y ya, puesta, añadió:

“Si dejamos de poner altavoces a esas voces minoritarias, éstas dejarán muy pronto de oirse”.

Es un punto de vista muy notable, aunque coherente, como diría la propia vicepresidenta. Tautología se llama la figura. Después de tres años y medio de empujar la realidad con las palabras propone seguir ahormándola con el silencio. Obsérvese que el problema no está en las diarias algaradas de los aulets, ni en las conductas de algunos de los socios del Gobierno, que después de autoinculparse de la quema de retratos del Rey, han sido reivindicados por el presidente de la Generalitat, José Montilla. Ni en los insultos del senadorAnasagasti. Ni en el conseller de Interior del Gobierno balear presidido por el socialista Antich, que recomienda: "si alguien quiere encender una vela, que enrolle el retrato del Rey". La culpa es, a partes iguales, de los periódicos que lo cuentan -¿de todos?- y del PP, que quiere aprovecharse.

El procedimiento tiene futuro. Basta cerrar los ojos para no ver, quitar los altavoces (o taparse los oídos) para no oír, afiliarse para no pensar y así sucesivamente. Se podría aplicar a futuros e indeseables atentados terroristas. Pues una de las más viejas definiciones de 'terrorismo' es "publicidad con sangre", basta con que los medios no lo cuenten, quitémosle los altavoces. Si aumentan las violaciones, adoctrinemos a las víctimas: "hija mía, no le pongas altavoz a tus desdichas". Hagamos lo propio con los incendiarios y las estadísticas de accidentes. Y así con todos los delitos y catástrofes, con lo que el resumen del año judicial nos va a quedar que dará gozo verlo.

Hay, sin embargo, algo que pasa. ¿La indomable vocación republicana de los pueblos que conforman España? Seguramente no. El pasado jueves se cumplieron diez años de la boda de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín en Barcelona. Les casó en la catedral de Barcelona el arzobispo Ricard María Carles, doscientos mil barceloneses se agolparon para ver pasar la comitiva. “Una boda de película” titularon los periódicos al día siguiente. Así lo contó El País. El banquete fue servido por Semon y en él se ofrecieron distintos tipos de menús, en consideración a las preferencias personales de los invitados y a imposiciones religiosas. Hubo, por ejemplo, menú macrobiótico, mijar (para los musulmanes), kosher ( para los judíos) y otro, el general, de muy naturales ingredientes. La multiculturalidad ya se llevaba entonces. "La cocina española está llena de ajo y de prejuicios religiosos", había escrito muchos años antes Julio Camba en 'La casa de Lúculo.

Pie de dibujo: No tengo palabras

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Donde cabe un cincel caben dos

La vicepresidenta del Gobierno inauguraba este fin de semana la Conferencia Política del Partido Socialista de Madrid. Y dijo lo que dijo:

"Ahora dice (Mariano Rajoy) que va a proponer consensos, pero decir es una cosa y hacer es otra", ha espetado, recordando que hasta ahora lo que ha hecho Rajoy es "pisotear todos los consensos", incluso algunos con "200 años de antigüedad" para llevar a España a una guerra.

Mariano Rajoy pisotea todos los consensos. El juego de la inversión.