Una chuleta para la investidura

Ayer, durante la celebración en el Congreso del centenario de la obtención por Pablo Iglesias de su acta de diputado, el presidente Zapatero recordó una anécdota personal del día en que él mism, al igual que lo hiciera Pablo Iglesias en 1910, participó en su primer pleno parlamentario. Él había sido elegido diputado por León por vez primera en las elecciones del 22 de junio de 1986. El día de la investidura, cuenta, vio que el diputado que tenía el escaño junto a él dobló un folio y escribió en letras mayúsculas 'SI', con el fin de evitar el peligro de equivocarse a la hora de la votación.

Tal como dice el presidente, la anécdota demuestra el admirable sentido de la responsabilidad que siempre han tenido los diputados socialistas. Y de precaución, añado. Ir con chuleta a la investidura de tu presidente revela unas cualidades admirables, como ponerse cinturón y tirantes para una tarea intelectualmente simple. Y creó tradición. Carme Chacón, karma de las Fuerzas Armadas, fue entrevistada en TV-3 por Mónica Terribas cuando era ministra de Vivienda. Sorprendida por la periodista consultando la palma de su mano y preguntada al respecto, respondió con tímida sonrisa: "Yo es que soy muy chuletera".

Mi amiga María, remera de primera, me contó que hace años trabajó dando clases en una Academia de Burgos cuyo propietario era un sujeto muy particular. Como llevaba un tiempo sin pagar a los profesores, éstos le pidieron una reunión. Durante la misma, María y sus colegas le veían hacer anotaciones en una hoja de papel, que curiosamente, abandonó sobre la mesa al poner fin a la reunión. Los impagados dieron la vuelta a la hoja y leyeron: "quieren cobrar".

Hace cosa de cinco años, escribí una parábola sobre el presidente: la vieja leyenda de un capitán de barco que había gobernado su nave por todos los mares del mundo durante 30 años sin sufrir jamás una avería, habiendo sorteado ciclones, temporales y toda suerte de circunstancias adversas. Sus pilotos estaban muy intrigados porque al presentarse una dificultad, el capitán iba a la derrota y, con una llave que sólo el tenía, abría un cofrecito, lo miraba y empezaba a dar órdenes. Un día que consiguieron emborracharlo, se hicierno con la llave, fueron hasta el cofre y lo abrieron. Dentro había un papel con la siguiente leyenda: "Estribor a la derecha. Babor a la izquierda".

A mí me resulta muy impresionante que nuestro presidente del Gobierno crea que su anécdota revela cualidades intelectuales y sentido de la responsabilidad. Su extraña percepción de la nieve. El gobernante feliz no tenía camisa.