La Alianza de las Civilizaciones define su primer gran objetivo

La portada de El Mundo ofrece hoy este doble juego entre titular y subtítulo: "Los musulmanes de Manlleu ofrecen su mezquita para el referéndum soberanista" y "Las carmelitas de Ripoll también ceden su colegio a los independentistas catalanes".

Black Muslims/Boixos Nois, la misma lucha. Cristianos por el Socialismo, antecedente de Carmelitas por la Independencia. Y todo puramente virtual. Señor, señor, quién les iba a decir a doña Marta Ferrusola y a don Heribert Barrera que la sagrada causa de la independencia iba a tener nada que agradecer a esos inmigrantes árabes sobre los que la entonces primera dama decía hace algunos años:

La situación es peor que durante la gran emigración de los 60 -al fin y al cabo los andaluces son tan católicos como los catalanes, aunque la expresión cultural de su religiosidad sea distinta- y la lengua se puede aprender". (...) Ferrusola expresó sus temores de que la inmigración actual aprenda únicamente el castellano y se sume a la masa de andaluces y extremeños, a los que dedicó estas palabras, mostrando una parte ínfima del dedo gordo: «ésa gente saben hablar el catalán muy bien y no hay que ceder ni así». Una actitud beligerante que ilustró con una anécdota de la infancia de sus hijos, cuando los llevaba al parque: «Hoy no puedo jugar, madre, todos los niños son castellanos».

Por las mismas fechas, el dirigente de ERC y presidente del Parlamento de Cataluña, decía:

«A mí que me digan qué ganamos nosotros porque ahora se bailen tantas sevillanas. No ganamos absolutamente nada. Ni con tener tantas mezquitas y con que haya un porcentaje más alto de musulmanes».

Quién se lo iba a decir también a la fundadora de la orden del Carmelo. Una de las anécdotas de la vida de Santa Teresa contaba que estaba con sus monjas en la cocina del convento pelando unas perdices para agasajar al obispo que iba a visitarlas el día siguiente. Una de las novicias, es lo que tiene la mística, dijo al resto de las monjas que había tenido una visión en su celda, a lo que Santa Teresa replicó en tono enérgico: "Hermana, cuando visiones, visiones; cuando perdices, perdices".

Sus discípulas de Ripoll sólo han entendido la primera proposición: cuando visiones, visiones. Es la catalanidad. Cuando perdices, también ven visiones.