Fernando Múgica, XIV aniversario

La foto fue tomada ayer, 6 de febrero, en el cementerio de Polloe, mientras Mapi de las Heras depositaba unas flores en la tumba de quien fue su marido, Fernando Múgica Herzog, asesinado 14 años antes en San Sebastián. En la foto están también los tres hijos del 'Poto' y su hermano, Enrique. Ya he escrito alguna vez que a mí me gusta mucho esta gente, su sentido de la dignidad y su memoria. Personas como éstas, como Pilar Ruiz Albisu, han rescatado el honor de las víctimas del terrorismo, han sostenido la mirada de los asesinos, mientras reclamaban memoria, dignidad y justicia. Unos días después, un nacionalista que había sido alcalde en la ciudad del crimen, Ramón Labayen, escribió esto:

«Él y yo congeniábamos en lo que en Fernando era Herzog, unidos por el afecto hacia Israel, y discrepábamos, a veces no sin acritud, en lo que tenía de Múgica. Shalom Múgica Herzog jauna».

Aquí está la explicación última del crimen: el nacionalismo vasco es de asumir como vasco a quien sí podría aceptar como judío o español. Hay una parte de ese nacionalismo que discrepa con más acritud que Ramón Labayen y su partido, y mata. El número de víctimas mortales asciende a 857. Florencio Domínguez, Rogelio Alonso y Marcos García Rey han reconstruido en un libro impresionante y magnífico cada una de esas 857 vidas rotas rotas por el terrorismo. Ésta es la de Fernando Múgica Herzog:

Fernando Múgica Herzog

6 de febrero de 1996. San Sebastián.

Abogado. Militante del PSOE.

Fernando Múgica caminaba por la calle san Martín de San Sebastián en el momento en que dos miembros de la organizacón terrorista ETA se acercaron a él para asesinarlo disparándole un tiro en la nuca. Uno de los terroristas llegó a encañonar también al hijo de la víctima que casualmente se encontraba en la misma calle donde se produjo el crimen y que se dirigió hacia su padre al escuchar la detonación. Los asesinos huyeron mientras amenazaban a los viandantes con matarles si les miraban.

La víctima, de 62 años, casado y padre de tres hijos, era un histórico dirigente del socialismo guipuzcoano que fue presidente del Partido Socialista de Euskadi hasta 1993. Su comprometido y brillante activismo se había mantenido durante años de constante coacción terrorista en una provincia particularmente hostil para los representantes democráticos. Su hermano, Enrique Múgica, fue ministro de Justicia entre 1988 y 1991. Su asesinato tuvo lugar en plena campaña de las elecciones generales de 1996. Al día siguiente del crimen, Abc recordaba así a la víctima:

“Fernando Múgica era un hombre en la plenitud de sus sesenta y dos años; con una mujer, tres hijos y un nieto; una profesión; un hogar en el que se abrirá el abismo irreparable de súbita e imprevisible ausencia, y al que sus amigos y compañeros de partido llamaban Poto. (...) Fernando Múgica Herzog era un fragmento encarnado de la historia del socialismo vasco desde la clandestinidad de los últimos años de la década de los cincuenta”.

La prensa de aquellos días recogió también el emotivo testimonio de José María Múgica, hijo de la víctima que se topó con los asesinos de su padre segundos después de cometerse el crimen:

“Mi familia está muy unida y este hecho no la va a romper. (...) Y es que a mi padre le han arrebatado unos años muy preciosos, muy bonitos que tenía por delante y esto es lo que más daño nos está causando. Él estaba ahora muy contento. Hace cuatro meses que yo he tenido un hijo y éste era su primer nieto. Este niño le colmó de alegría y le dio mucha fuerza. (...) Trabajábamos en el mismo despacho de abogados, pero no sólo el trabajo nos unía. Era todo, su carácter, su generosidad, su entusiasmo hacia todos y con todos”.

Mapi de las Heras, viuda de Fernando Múgica, evocaba en una entrevista años después esa característica generosidad de su marido: “Fernando era como un médico de familia para su partido . Cuántas veces le llamaban de un ataque contra casas del pueblo y él se iba de madrugada para ayudar desinteresadamente”.

Fernando Múgica era un hombre valiente que había renunciado a abandonar el País Vasco a pesar de las incesantes amenazas que venía sufriendo desde hace años. Su viuda recordaba cómo años atrás ya le propuso marcharse a otro lugar ante la durísima intimidación que la familia debía soportar, a lo que Fernando respondió: “yo no dejo mi tierra en manos e estos asesinos”. Así le recordaba su esposa: “Fernando era un gran patriota y nunca quiso salir del País Vasco aunque sabía que lo iban a matar”. Él solía decir: “la mejor muerte: el tiro en la nuca”

Las amenazas terroristas hicieron que viviera protegido por escoltas desde 1984, protección que le fue retirada dos años antes de su muerte. “Un día vino a casa muy preocupado y dijo: “nos han quitado la escolta. Dicen que no hay gente suficiente””, rememora su viuda. Antes de su asesinato había duplicado su seguro de vida ante el presentimiento de su muerte. En el recuerdo de su viuda permanece también el temor a que los terroristas irrumpieran en su despacho donde ejercían su profesión como abogados su marido y sus tres hijos, terrible aprensión con la que vivieron durante años. En una ocasión, uno de sus hijos se había topado en el portal del inmueble con varios desconocidos que salieron a la carrera al encontrarse con él. Este suceso acrecentó las sospechas de la familia ante la posibilidad de un atentado terrorista.

En el lugar donde se ubica el despacho, en el número 7 de la calle Prim de la capital donostiarra, luce todavía la placa con el nombre de Fernando Múgica Herzog y de sus tres hijos, José María, Fernando y Rubén. Es esto motivo de satisfacción para una madre que se enorgullece del enorme valor de su esposo y de sus hijos. Uno de ellos reflejaba este coraje en una entrevista publicada en El Diario Vasco el 6 de febrero de 2009. Al preguntarle cuántas veces había sentido ganas de tirar la toalla e irse del País Vasco, José María respondía: “Todos los días. Pero también todos los días las he superado”.

Fernando Múgica era hombre de profundas convicciones judías cuya vida había quedado marcada por la persecución de los nazis sufrida por su madre. Sus esfuerzos para que España reconociera a Israel como Estado fueron agradecidos siempre por la comunidad judía en nuestro país. El rabino de Bayona se desplazó hasta San Sebastián para darle su último adiós en hebreo, rezando una oración judía de despedida conocida como kadish. En el primer aniversario de su fallecimiento el Fondo Nacional Judío homenajeó a Fernando Múgica plantando en el parque donostiarra de Lau Haizeta un roble autóctono, símbolo de la vida. Ese fue el primero de los miles de árboles que a partir de ese momento se plantaron en recuerdo de Fernando en ese mismo lugar, así como en el monte Igueldo y en la ciudad israelí de Haruvit. Años después, en 2007, en esta ciudad situada en las colinas que conducen a Jerusalén, se inauguró un gran bosque de 20.000 árboles con los que el Fondo Nacional Judío quiso honrar la memoria del fallecido.

Ruben Múgica, otro de los hijos de Fernando, escribió la siguiente carta a su padre al cumplirse doce años del asesinato:

"Shalom, Poto: Hoy hace doce años fuiste derribado por los nazis vascos. Fue aquí, en el centro de San Sebastián, tu ciudad asolada por decenas de asesinatos; nada de accidentes o expresiones de contextos y conflictos; persecución criminal a secas, perfecto retrato de quienes miraron hacia otro lado ante la basura etarra. Sólo había un camino para la libertad, que es la paz sin adjetivos y sin otros protagonistas que los ciudadanos silenciados durante décadas. El triunfo de la razón del hombre sobre el territorio y sus delirios. Asistimos hoy a la derrota de los criminales. Seguramente pudo ser antes, pero este benéfico momento, desde la memoria, nos muestra el futuro en que la historia los maltratará, merecida y necesariamente. No es cuestión de ventaja, sino de justicia. Sin olvido ni perdón. Lejaím”.

El mismo Rubén escribiría durante el juicio por uno de los asesinos de su padre que “ha de haber vencedores y vencidos, porque sólo de tal forma se hará justicia con los asesinados, y porque será así cómo la sociedad española seguirá proclamando su decencia”. En 2007, otro de sus hijos no dudó al identificar en la Audiencia Nacional al asesino, Francisco Javier García Gaztelu, alias “Txapote” como el asesino de su padre. “Sí, ése es el asesino sin lugar a dudas. No olvidaría el rostro ni en mil años”, declaró José María Múgica antes de desear que “el asesino se muera en la cárcel”.

Un día después del asesinato de Fernando Múgica, su hermano Enrique resumió así la dignidad de las víctimas del terrorismo:

"Quiero decirles a ustedes y a todos mis conciudadanos, vivan donde vivan, estén donde estén, a todos los españoles, que, al contrario de frases convencionales, yo ni olvido ni perdono a los asesinos, a los que los han impulsado, a los que han levantado su mano, a los que defienden o exculpan a ETA y la violencia callejera desde determinados medios de comunicación, en cualquier sitio. Y les digo que es verdad que todos los muertos son iguales porque todos los muertos son llorados, sean quienes fueren, por sus familias y por sus amigos. Pero que un ser humano, antes de morir puede ser corroído por el odio y la violencia, o ser un ser humano de paz y tolerancia, tal y como era mi hermano. Quiero decirles eso y quiero decirles que he combatido, sigo combatiendo y combatiré, el terrorismo y la violencia.”

En julio de 2007 la Audiencia Nacional condenó a 30 años de cárcel al etarra José Javier Arizcuren Ruiz, "Kantauri", al considerarle autor de un delito de asesinato por ordenar la muerte de Fernando Múgica Herzog. Al asesino se le impuso la prohibición de volver a San Sebastián o al lugar donde resida la familia de Fernando Múgica Herzog, durante los seis años siguientes al cumplimiento de la pena. También fue condenando Arizcuren Ruiz a pagar una indemnización de 300.506 euros a la esposa y tres hijos de la víctima, a partes iguales con el resto de condenados por la misma causa. Previamente Valentín Lasarte Oliden había sido condenado a la pena de 30 años de reclusión mayor por su participación en el asesinato. La sentencia 10/2003 condenó también a 30 años de cárcel a los terroristas José Luis Aguirre Lete, que ordenó el crimen, y a Irantzu Gallastegui Sodupe que preparó el asesinato junto a los anteriormente citados. Asímismo, en julio de 2006 Francisco Javier García Gaztelu fue condenado a penas que sumaban 82 años de cárcel por su intervención en el asesinato de Fernando Múgica.