Yo también he cenado en El Bulli

En la segunda mitad de los años 70, mientras se apuntalaba el edificio constitucional y estatutario y se definían las primeras leyes que desarrollaban la Constitución, la izquierda española, en cuyas filas militaba uno con modestia, colaboraba en las tareas de recuperación de la democracia según su leal criterio. Una de las formas en que lo hacía era la ocupación del espacio público para dar a conocer sus puntos de vista. Manifestaciones. Algunas eran directamente reivindicativas. Otras, mayormente las que exigían la erradicación de leyes franquistas que juzgábamos no acordes con un régimen de libertades, autoinculpatorias.

Tuvieron particular éxito dos campañas que llevaron como eslóganes: "Yo también he abortado", en abierto (y heroico) desafío a las leyes que penalizaban el aborto y "Yo también soy adúltera", para exigir una reforma del Código Penal que dejase de incluir el adulterio como tipificación delictiva. La cosa era tan grotesca que las leyes sólo sancionaban penalmente el adulterio femenino, pero no el masculino.

Colaboré muy gustosamente en ellas, prestando mi medio metro cúbico a la visión de conjunto que ofrecía el pueblo en la calle, si bien me abstenía de forzar los hechos con mi voluntad más allá de lo necesario, coreando consignas de improbable materialización como las citadas. El mío no era un caso general. Yo vi a barbados militantes de la izquierda apocalíptica y también de la integrada, enarbolar en grito y en pancarta los dos lemas. El adulterio salió del Código Penal durante el proceso constituyente. ( Ley 22/1978 de 26 de mayo sobre Despenalización del Adulterio). Lo del aborto costó siete años más. (Ley 9/1985, de 5 de julio sobre Despenalización del Aborto).

Ya que hablamos de esto, déjenme manifestar mi sorpresa por el lamentable olvido que la furia legisladora de la socialdemocracia para extender derechos ha cometido, está cometiendo cada día que pasa, cada hora. Ahora ya no se trata de despenalizar el aborto en más supuestos, sino de llevar al ordenamiento jurídico el derecho de toda mujer a abortar si lo considera conveniente. Una de las consignas que también se coreaban en las manifestaciones de por aquel entonces era "Nosotras parimos, nosotras decidimos". Sin embargo, nadie reivindica el derecho al adulterio. Ahí te quiero ver, Hipatia.

Perdonen ustedes que al empezar a escribir el post me haya comido una magdalena proustiana y les hable con la boca llena. En realidad quería agradecer la gentileza de Arcadi Espada por haberse hecho eco ayer de este blog a propósito de la aventura del sindicalista exquisito:

"Un sindicalista ha ido antes a El Bulli que Santiago González".

Hoy La Gaceta lleva a portada las explicaciones de nuestro héroe. La cena se la pagó él, lo cual revela que no es de este mundo. Un sindicalista, como un actor o un cineasta no debe andar por la vida sin patrocinio. La actitud es profundamente moral, ojo, pero perderá crédito entre sus iguales.

Por lo que a mí respecta, estoy dispuesto a volver a las manifestaciones autoincriminatorias para solidarizarme con Patxi San Juan. A ver, alguien que convoque una con el lema: "Yo también he cenado en El Bulli". Sería mentira, como el "Yo también he abortado", pero la verdad no puede ser freno para una buena causa.