Los caminos borrosos de la memoria histórica

Libertad Digital se hizo eco ayer de la carta que Carmen y Ana Mª Mantecón Carrasco enviaron a la dirección de El País. El escrito de las dos hermanas decía lo siguiente:

"En el ejemplar de su diario del viernes 30 de octubre de 2009, página 40, hemos comprobado, con sorpresa, que bajo el título Los barrancos de la memoria, aparece ilustrado con una fotografía de nuestro padre, don Faustino Mantecón Cepedano, un artículo en el que se hace referencia al documental realizado por José Luis Peñafuerte Los caminos de la memoria, estrenado en la Seminci de Valladolid el 29 de octubre; artículo en el que se incluyen frases como la siguiente: "Un recuento del empeño de devolver la dignidad de los represaliados del franquismo".

Pues bien, nuestro padre, don Faustino Mantecón Cepedano, no fue uno de los represaliados del franquismo, sino que fue asesinado en Madrid, el día 11 de noviembre de 1936, por milicianos del Gobierno de la República. De hecho, las fotografías de nuestro padre que ilustran el mencionado artículo proceden de los Archivos de la Dirección General de Seguridad del Gobierno de la República."

Eso es lo malo de los muertos: se parecen todos tanto que acaban resultando intercambiables. Si alguien decidiera excavar en ese lugar de Paracuellos en el que hay plantadas tantas cruces, los forenses tendrían trabajo para muchos meses. Allí debajo hay algunos miles de restos humanos, asesinados aproximadamente en las mismas fechas que Faustino Mantecón: entre el 8 de noviembre y el 3 de diciembre de 1936. A ellos ya les honraron los suyos, viene a decirse con impudor extraordinario, como si la democracia no debiera acoger en el mismo regazo a los caídos en los dos bandos de aquella salvajada. Además, no es del todo exacto. Los asesinados de Paracuellos están en las mismas fosas donde cayeron. No han sido exhumados ni identificados individualmente, ni se han entregado sus restos a sus familiares.

Viene a resultar en todos los órdenes de la vida. Durante las semanas en las que el caso Gürtel ha sido noticia diaria de portada, había medios que se comportaban como si la corrupción no contaminara todas las instituciones, independientemente de quien las gobernara. Las informaciones que el diario El País iba publicando cada día se anunciaban bajo un cintillo que decía: "La corrupción que afecta al PP".

Han tenido que aparecer los casos Palau y Pretoria en el corazón de lo que Arcadi Espada bautizó como la sociovergencia para que el cintillo se cayera de las páginas del diario, justo cuando podía tener algún sentido, para identificarla y distinguirla de la que afecta al PSC-PSOE, a CiU, al PNV, etc.