La perplejidad como forma de relación con el Gobierno

Eso, en el mejor de los casos. En el peor es el cabreo. Imagínense a un parado normal, que sintió, no alegría, pero sí un cierto alivio cuando se enteró de que el Gobierno de España, que no iba a dejar a nadie "desamparado desde el punto de vista social", aprobó el jueves pasado una ayuda de 420 euros mensuales para los desempleados que hubieran consumido el tiempo de prestación. Menos da una piedra, etc. Y héte aquí que al abrirse las taquillas se enteran de que sólo tendrán derecho a la ayuda los parados a los que se les haya acabado el subsidio desde el 1 de agosto en adelante.

Que no hay dinero para todos, ha dicho Celestino Corbacho, aunque era evidente antes de que abriera la boca. Entre las dos opciones que se le planteaban, repartir lo que había o discriminar en favor de algunos de los parados, José Luis ha elegido la menos socialista, la que implica desigualdad. Bibi, ministra, ¿dónde estás?

Van a tener prestación 340.000 parados. Se quedarán sin ella 1.236.000. Si se hubiera repartido el dinero entre todos, tocarían a 90,6 euros por cabeza. No es dinero para pasar un mes, aunque no se tenga familia y uno sea de poco comer. Con ese dinero lo más que se podría es darse un homenaje el día de la percepción, una mariscada regada con Albariño, pongamos por caso, y hacer de paria hindú los 29 días restantes.

Pero un Gobierno de izquierdas no está para fomentar lujos, así que ha tirado por la mediatriz y ha discriminado. A ellos no se lo debe parecer, a juzgar por la razón moral que expone la gran Leire Pajín en su blog:

Un gobierno sensible y responsable, en mi opinión, no puede mirar hacia otro lado cuando las dificultades ante una situación de desempleo se convierten en palabras mayores a partir del momento en que se acaba la prestación.

La cuestión, dejando a un lado los sintagmas y metáforas de todo a cien que conforman lo que esta chica debe de considerar su estilo literario, es rigurosamente incomprensible por dos motivos. No se entiende que a los autores del decreto no se les haya pasado por la cabeza que un parado que haya agotado las prestaciones en enero pasado tiene más necesidad que aquel a quien se le acaba este mes de agosto. Esto ya pasó con la famosa renta de emancipación de José Luis y Carme. No se entendía por qué un chico de 22 años tenía más necesidad emancipatoria que uno de 32 (El primero tenía derecho y el segundo no).

Pero lo más incomprensible de todo es que este Gobierno no haya caído en algo en lo que suelen ser muy avisados. Haay algo peor para el millón y medio largo de parados que no perciben la prestación de desempleo: ver que hay algunos que van a cobrar la ayuda sustitutoria, mientras ellos que ya llevan meses "en palabras mayores" no merecen atención de este "Gobierno sensible y responsable".

Cálculo maximalista: 340.000 votos contra 1.236.000 votos que irán a la opoción. ¿A cuál oposición? Qué más da, a cualquiera. Esto sin tener en cuenta el coeficiente familiar.

Consignas para el progreso

La ministra de Sanidad, en ABC:

"La sociedad está madura para prohibir fumar en todos los lugares públicos".

Impresionante. El futuro concebido como un ideal de prohibiciones, un sueño totalitario. Con Franco debíamos de ser muy maduros los españoles, porque nos lo prohibían casi todo. Ministra, ¿no será al revés? Tratamos de impedir que nuestros hijos beban, fumen, copulen con personas de uno u otro sexo, que se pongan tetas, independientemente de su sexo, hasta una determinada edad que nuestro criterio o los usos sociales consideran la frontera de la madurez, confiando en que ésta les haga conducirse con prudencia y que la minstra de Igualdad no la rebaje hasta los 12.