Conferencia Episcopal-Ministerio de Igualdad,
que ganen los mejores

Asomarse al debate público es una experiencia vertiginosa en sentido estricto, por la profundidad de los razonamientos. Este blogamaster ha confesado en más de una ocasión su admiración irrestricta por la ministra de Igualda y la fascinación que siente por sus metáforas y el vuelo de sus pertinentes analogías. Es el contratipo de Susan Vance, la protagonista de 'La fiera de mi niña', que encarnaba Katharine Hepburn al decir del desalentado Cary Grant: "No se aclarará nada mientras ella se empeñe en explicarlo todo."

Muy al contrario, cada palabra de Bibi Aído, cada frase proyecta una nueva e insospechada luz sobre los asuntos de que trata. ¿Cómo comprender la lacra de la violencia contra las mujeres en todo su horror, si ella no hubiera dicho: "el silencio nos hace cómplices"? Pues bien, en lo del aborto, había llegado a lo más alto con la definición que sigue:

"El aborto es un conflicto de intereses entre la madre y el no nacido".

O sea, como todo conflicto de intereses, capaz de resolverse en un contrato mediante un diálogo entre las partes. La proposición de la ministra es muy notable: Si la parte contratante de la primera parte es llamada en adelante "la madre", a la otra parte contratante, a la que se llama "el no nacido" también podría llamársele "el hijo". Si "el hijo" es parte activa en un conflicto y tiene intereses en el mismo, puede tener derechos. ¿No sería el primero de todos ellos el derecho a la vida? La ministra que promueve la Ley del Aborto define implícitamente la victoria de los intereses de la madre como 'homicidio'.

La aporía es la forma de razonar de algunos de nuestros gobernantes y éste es un caso claro: el desarrollo argumental conduce a un callejón sin salida. Los obispos han salido en apoyo de Bibiana Aído. En lugar de apoyarse en las palabras de la ministra que tanto favorecen sus posiciones, han salido en su ayuda mediante una campaña demagógica con una analogía que para sí habría querido la ministra. 'Los extremeños se tocan' era el título de una comedia de Alfonso Paso, año 69. Con perdón, naturalmente y por partida doble.