La extraña visión de Moratinos

El socialismo felizmente gobernante tiene una extraña y obsesiva querencia por la opacidad que en los últimos tiempos se fija en las cuestiones económicas. Preguntado el presidente de la Xunta de Galicia por el coste de las obras de reparación de su despacho, replicó que se negaba a dar los datos por razones de seguridad.

El Gobierno ha comprometido 50.000 millones de euros en la inyección de liquidez a los bancos con el fin de que España vuelva a ser la tierra prometida, donde manen ríos de leche, miel y crédito bancario hacia las familias y las empresas. Un mes después de adoptadas las decisiones, las cosas siguen como estaban y se corre un discreto velo sobre los receptores del dinero con el fin de no perjudicar su imagen.

¿Y por qué habría de perjudicar su imagen una operación que va convertir a los banqueros en los Reyes Magos de los empresarios y las cabezas de familia? Si fuéramos malpensados, diríamos que ese dinero va a ir en una cantidad próxima al 100% a sanear los bancos y las cajas -sobre todo las cajas de ahorros-, a quienes comprarán unos paquetes de contenido inespecífico, seguramente hipotecario, pero por los que en cualquier caso es mejor no preguntar.

Con dinero público se pagó rescate a unos malhechores internacionales que secuestraron el pesquero 'Playa de Bakio', para que accedieran a dejarlo en libertad. Una fragata de la Armada Española fue testigo del final de la operación y la huída de los piratas. Los intentos de la oposición para que el Gobierno rinda cuentas de lo que ha pagado con dinero de los españoles han sido infructuosos.

Moratinos, que no es un intectual puro en el sentido clásico de la expresión, fue preguntado ayer por el coste de la cúpula de Barceló para la sede de la ONU en Ginebra, que va a costear en su totalidad España: un 40% con dinero público y el 60% el privado. La sala va estar coceptualmente dedicada a los derechos humanos y la alianza de civilizaciones. Pues bien, Moratinos se ha negado a dar el dato. Lo cuenta ABC: Con un par y una estupidez argumental que denota el nivel del señor ministro y la falta de respeto que tiene al personal que le vota:

"No voy a contestar sobre el coste porque el arte no tiene precio. Es de necios confundir valor y precio".

Está mal que a uno le tomen por tonto y se nieguen a rendirle las cuentas que le deben. Pero que el desaprensivo se escude en Juan de Mairena es más de lo que se puede soportar:

¡Quién fuera diamante puro!
-dijo un pepino maduro.
Todo necio
confunde valor y precio.

He aquí un pepino maduro nombrado ministro de Asuntos Exteriores y confirmado en su cargo después de cuatro años de gestión inenarrable, exactamente la que cabía esperar de una hortaliza. Es de suponer que su brillante argumento le servirá para responder a Miquel Barceló cuando el artista pretenda cobrar el encargo:

"Pero Barceló... que el arte no tiene precio. Es de necios confundir valor y precio".

Ocasionalmente, se ha descubierto que algunos responsables institucionales han aprovechado viajes oficiales para sacrificar en el altar de Venus con alguna sacerdotisa del amor venal a la que ofrecieron como contraprestación un mordisquito a la visa oro municipal. Cuánta dignidad revestiría la réplica del alcalde al afear su pregunta a una oposición morbosa, ávida de conocer detalles que ni le van ni le vienen:

"¿Cómo quiere que le responda a eso?¿Acaso cree usted que el amor tiene precio?"

Todo necio confunde el amor y el precio. Y no debéis equivocar los conceptos, como hace el Pepino Moratinos, queridos míos. En el amor venal se suele pagar antes. En el otro, después.

_______________________________________________________________________________

El perrito de Sasha y Malia

Hoy, la prensa socialdemócrata brilla como muy pocas veces en ocasiones anteriores. Se hacía eco hoy en El Acento del soberbio discurso de Barack Obama, ya ganador de las elecciones, en el Parque Grant de Chicago. Y contaba cómo felicitó a su rival, agradeció a su mujer su apoyo y, "antes de acordarse de su abuela, soltó lo del cachorro". Lo del cachorro era que sus hijas se habían portado tan bien en la campaña que "merecían el cachorro que las iba a acompañar a la Casa Blanca".

Podría haber chirriado por cursi, como lo de la niña de Rajoy, o haber desviado la atención, como lo del fontanero Joe,

"pero el perrito no fue ni excusa para desatar cursilería alguna ni para encharcarse en un debate chusco sobre una promesa populista".

¿Por qué?, se preguntarán ustedes. Porque lo del perrito

"tenía un sentido profundo. Porque todo el rato estuvo presente el referente de Luther King, que había hablado de que a sus hijos no iban a juzgarlos por el color de su piel. Lo que iban a hacer dentro de poco las hijas de Obama era corretear con su perrito por las estancias de la Casa Blanca. Y son esos juegos gratuitos de unas niñas negras en el corazón del poder los que mejor resumen la perfecta naturalidad de una gran transformación."

El exceso de sentido socialdemócrata. No parece que la referencia de Obama al perrito de sus niñas esté ligado al color de su piel. Las niñas negras corretean con su perrito de manera asombrosamente parecida a como lo hacen las niñas blancas (siempre que tengan un perrito y un papá presidente, claro). También tenían perrito, más de uno, las hijas de Bush y las hijas de Nixon, que también eran dos. Lo que pasa es que los perros republicanos son unos cursis.