Una promesa de Apocalipsis

No es éste un tiempo ni un país para laicos, una minoría a contrapié entre la tradición religiosa y el nuevo credo socialdemócrata hoy dominante. Vean hoy el titular de El País: Arrepentíos, pecadores, porque no sabéis el día ni la hora. Lo malo es que la parla socialdemócrata introduce un factor equóvoco al apoyar la Palabra de Dios en términos de signiificado impreciso, pensarán usstedes, peronas partidarias del lenguaje recto. ¿Qué es eso de Zapatero promete? La Biblia de antaño era mucho más precisa, partidaria, como Alicia, del significado claro de las palabras. ¿Zapatero promete el Apocalipsis? Inadecuado. Zapatero promete el Reino de los cielos: en verdad en verdad os digo que estaréis conmigo en el Paraíso. Zapatero promete la devolución de 400 euros, porque "bajar los impuestos es de izquierdas".

Hay un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un Dios que amenaza (Júpiter tonante no promete) con el Apocalipsis y otro que promete la vida eterna. Al final vienen a ser los dos el mismo, depende del momento en que lo cojas. La esquizofrenia es sólo aparente, pero exige la elección del verbo adecuado en cada caso. Zapatero, al fin y al cabo es un Señor clemente, pero justo, que premia a los buenos, sí, si las condiciones climáticas (el Señor y los Suyos dirían 'climatológicas') lo permiten, y castiga a los malos. O sea, los ricos.

Y ya estamos en la aporía metafísica. Frases de los titulares con que la prensa socialdemócrata recoge la promesa del crujir de dientes: "La medida afectará a 'los que realmente tienen, no a la clase media'". La inforrmación de Anabel Díez proporciona una clave importante: "La izquierda del PSOE confía en que la subida sea para las grandes fortunas", dice en el titular. "El anuncio de Zapatero congratula a todo el partido, que esperaba algún gesto", amplía en el subtítulo.

He aquí la clave de la promesa. El infierno son los otros y la gran aportación de Zapatero a la política nacional es haber descubierto el factor que proporciona mayor cohesión social, el superglue, que no hay mayor aglutinante que la fobia al otro, mayormente si es rico o del PP. El consuelo socialdemócrata, tras el fracaso de lo que mi admirado Ignacio Camacho de Cavia llamó política indolora, es administrar un poderoso analgésico: más les va a doler a ellos. ¿Se imaginan a 4.500.000 parados saludando alborozados la noticia en las colas del Inem? No, claro. es un placebo socialdemócrata administrado para consuelo de Pajines y especies análogas.

No valdrá para nada. El mismo diario da la clave en un editorial muy razonable, cuyo titular expresa en clave irónica la esencia de la aporía socialdemócrata: "Moderada y selectiva" . Si es moderada y selectiva no producirá los efectos recaudatorios que debería perseguir, pero permitirá la alegría conceptual que hace una semana permitía aplaudir a la señora de Bono en la revista Tiempo: "¿Tener dinero es pecado?" y ésta, volver al clasicismo de las Sagradas Escrituras: "En verdad en verdad os digo que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un rico, rico de verdad, entre en el Reino de los Cielos."

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La misma portada ofrece hoy también este notable titular. ¿Qué significará 'rendirse a sangre y fuego'? Numancia. Tal vez la policía les prometió el exterminio y ellos, ante tan prometedora tesitura decidieron rendirse a sangre y fuego. Uno tenía algunos ejemplos históricos de resistencia a sangre y fuego, un suponer, Numancia. Otro, el anarquista Seisdedos y familia en su choza de Casas Viejas. Por no citar lo de Moscardó en el Alcázar de Toledo, que la señora Chacón parece que lo lleva mal.

Comparen los ejemplos antedichos con: "El general Bergonzoli se rindió a sangre y fuego en Guadalajara". "Los gudaris nacionalistas se rinden a sangre y fuego en Santoña". Imagínense el juego que daría el sintagma en el terreno metafórico, campo de plumas: un servidor anuncia su intención de rendirse a sangre y fuego ante Charlize Theron. Y si cuela, cuela.