Hablar por no callar

Pie de foto.-Todos (y todas) éramos muy conscientes (y conscientas) de que este hombre valía mucho.

Murió Delibes y era inevitable que los políticos dijeran algo sobre el tema: palabras al servicio de la política. Así, la ministra de Cultura, que estaba muy suelta, largó la siguiente parrafada:

"Sin duda sé que para el presidente Zapatero Miguel Delibes es uno de sus autores de cabecera, de referencia, mucho más tratándose de un castellano-leonés, de la misma Comunidad Autónoma de origen del presidente y sin duda todos los ministros tenemos muy claro que todos hemos sido lectores antes que ministros y que todos somos conscientes de la importancia de Miguel Delibes, ¿no?"

Puede llamar la atención que uno de los criterios literarios del presidente, en la autorizada opinión de su ministra de Cultura sea la pertenencia a una misma denominación de origen. Qué pena Lorca, tan granadino. O Miguel Hernández, tan de Orihuela, el pobre, ambos en una cierta desventaja con respecto a Gamoneda para acceder a la cabecera del presidente por no haber nacido en lugar idóneo. No debe cundir el pánico, sin embargo. Jorge Luis Borges fue autor de cabecera de la cama en el más estricto sentido de la expresión. "Estuve enfermo de Borges", declaró en cierta ocasión. Todo el mundo sabe que nació a miles de kilómetros de León, pero puede que tenga con el autor de 'La historia universal de la infamia' una afinidad alternativa a la del terruño. Me pregunto si la ceguera. Fuera del mundo literario, en su mundo profesional, nos hemos enterado de las estrechas afinidades que le hacen ser el 'alter ego' de Barack Obama: los dos son altos, delgados y amantes del baloncesto. Y los dos han leído a Borges.

Él ha explicado de viva voz lo sustancial sobre Miguel Delibes:

"sin abandonar jamás el compromiso con la palabra precisa, que emana del respeto a la naturaleza y a los seres humanos [ya empezamos. Es evidente que Delibes era un hombre de palabra precisa y que tenía un gran respeto a la naturaleza y a los seres humanos, pero, ¿de dónde sacará que la palabra precisa emane de ahí?] fue la voz austera de un país sumido en el silencio".

[Tal vez el presidente esté confundiendo a Miguel Delibes con Lluis Llach*: "Jo vinc d'un silenci antic i molt llarg". Propongo una caracterización alternativa para resaltar la vacuidad de la glosa presidencial: fue la voz austera de un país que clamaba en el desierto.

Es una tendencia irrefrenable a la que son atraídos por la corrección política y la memoria histórica. Una voz que se alzaba frente al silencio (metáfora de la dictadura). Miguel Delibes se alistó como voluntario en la Armada franquista e hizo la guerra en el 'Canarias'. Dejó constancia de ello en '377A Madera de héroe'. Esto tampoco hace de él un 'facha'. Tenía un acusado sentido del decoro, que le llevó chocar con la censura y a abandonar la dirección de 'El Norte de Castilla' por no dejarse tratar como un hombre de paja por el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne.]

Hay precedentes. En 2006, con motivo del fallecimiento de Rocío Dúrcal, la entonces ministra de la Cosa de José Luis ya había aplicado esa plantilla al comentar:

(Rocío ha sido) "una mujer que ha hecho su camino de artista con muchísima dignidad y calidad. Su calidad artística tiene aún más mérito si se tiene en cuenta que, por su generación, esta actriz y cantante tuvo que vivir momentos poco luminosos de la cultura en nuestro país" e hizo "toda su carrera de jovencita en un país sin libertades".

En la misma línea, la ministra Aído escribía en su blog sobre Clara Campoamor:

"en Euskadi, en la tierra donde descansa Clara Campoamor tras ese obligado exilio en Laussane durante los oscuros años del franquismo". Como sabe cualquiera que haya leído su libro 'La revolución española vista por una republicana', la mujer que hizo posible el voto femenino en España se exilió en septiembre de 1936, porque temía por su vida en las ardientes madrugadas del Madrid republicano.]

Es muy de celebrar, sin embargo, que Angelines González Sinde y sus compañeros y compañeras del Gobierno hayan sido lectores antes que ministros. Nos temíamos que el proceso hubiera sido justamente el inverso en algunos casos.

Tampoco ha estado mal el ministro Gabilondo: "Fue una persona buena que perseguía las palabras, que nos ha enseñado que el cuidado de la palabra y de la escritura es una forma de vida".

Esto de perseguir palabras es una fijación del ministro. El 4 de enero de 2009 mantenía este diágo con Karmentxu Marín en la Última de El País:

P. ¿Tiene vicios?

R. Espero que sí. Tengo una pasión un poco enfermiza por la palabra. A veces tengo dolores de palabra. A veces hay una palabra por la que no duermo.

P. Le duele la palabra.

R. Sí. Yo creo que a veces hago el amor con las palabras, y, por eso, me parece que soy un poco vicioso con ellas.

P. ¿Y las deja satisfechas?

R. No, me imagino que no. Yo creo que los hombres deberíamos procurar más placer a los demá

s.

También es motivo de consuelo, que a veces, en la política, haya palabras para expresar sentimientos.

* No es Llach, sino Raimon. (Corrección de Metempsicótico)