Pregón XVI Festa do Polbo

Porto do son

Cuando mi amiga Maite Pagaza, pregonera de la XV edición, me llamó para preguntarme si me gustaría leer el pregón de la Exaltación do Polbo en Porto do Son, me sentí sorprendido y halagado a partes iguales. Sorprendido y halagado porque mi fama me precediera hasta Galicia en según qué artes. Maite, que es una mujer pragmática, me bajó enseguida de la fantasía, aclarándome que ‘polbo’, con b, quiere decir ‘pulpo’ en castellano.

Como yo también he sido siempre muy pragmático, pensé: “Muy bien. El pulpo es también una de las cosas que más me gustan”. Así que acepté encantado y vayan estas primeras palabras para agradecer a la Asociación de Empresarios de Porto do Son, y muy especialmente a Tito Gundín su amable invitación a compartir esta fiesta con vosotros.

Mi hijo Daniel, a quien también le gusta mucho el pulpo, me preguntó qué era un pregón y cuando se lo dije, me apuntó: “No digas que suelta tinta para esconderse de sus enemigos, porque eso lo sabe todo el mundo. Pero no todos saben que tiene tres corazones y la sangre azul.”

Yo mismo no lo sabía. Me pareció raro el asunto, pero en estos tiempos no hay ignorancia que no pueda resolverse con Internet y resultó que sí. El pulpo tiene tres corazones, lo que explica que se trate de un animal dado a la sentimentalidad. Y también tiene la sangre azul, lo que denota su pertenencia a la aristocracia del mar. En apoyo de lo dicho cabe señalar otra característica infrecuente en el mundo animal. Al igual que el gallo y el león, es polígamo. Y si el gallo es el rey del gallinero y el león, el rey de la selva, ¿no habremos de reconocerle al pulpo la dignidad del príncipe de las mareas?

Sus prodigios no se agotan aquí: tiene nueve cerebros, uno en la base de cada una de las patas, conectados al cerebro central, que se aloja, como es natural, en la cabeza.

Sin embargo, la cultura popular ha venido arrastrando una leyenda negra en torno a esta criatura que hoy celebramos como se merece. ¿Vosotros creéis que hay derecho a que se emplee su nombre en vano en locuciones tan inapropiadas e injustas, como “estar más despistado que un pulpo en un garaje”?¿O que la publicidad haya llegado a poner como ejemplo de falta de lógica aquel anuncio de: “vaaale, aceptamos pulpo como animal de compañía”?

‘Pulpos’ llamaban las chicas de mi generación a los chicos de manos hiperactivas. ‘Darle a alguien la del pulpo’ equivale a darle una paliza brutal, como la que se daba a los pulpos antes de que todo el mundo tuviese congelador en casa, 33 golpes si la mano maltratadora era de hombre y 40, si de mujer.

La primera injusticia la cometió el naturalista que lo bautizó; está en el propio nombre, digamos que científico, del animal. ¿Vosotros creéis que hay derecho a llamar ‘octopus vulgaris’ a un animal de sangre azul y que tiene tres corazones y nueve cerebros? Enrique Jardiel Poncela tituló una de sus comedias ‘Cuatro corazones con freno y marcha atrás’, pero no estaban en un solo animal, sino en cuatro de la especie humana. Y no hablemos de los cerebros. ¡Cuántos congéneres nuestros se conformarían con uno, aunque fuese pequeño!

¿Vulgaris un animal legendario en su sentido más estricto, o sea, de leyenda, protagonista literario desde antiguo y cinematográfico en tiempos más modernos?

Plinio el Viejo da cuenta en su ‘Historia Natural’ de la existencia de un pulpo gigantesco que vivía en la Bética, más concretamente en Carteya, la ciudad que fundaron los fenicios en la bahía de Algeciras. El monstruo, de más de 700 libras de peso, salía del agua por las noches para arrasar las salazones de las almadrabas. Pusieron cercas, pero era inútil. El bicho se encaramaba a un árbol y desde allí se columpiaba hasta caer en las piletas. Éste es el detalle más verosímil sobre el pulpo: su extraordinaria inteligencia para encontrar soluciones prácticas que le permitan acceder a la comida o escaparse de un lugar. Hay en Internet constancia gráfica de su capacidades en una filmación en la que se ve a un pulpo frente a un cangrejo encerrado en un bote de cristal con tapa a rosca, dentro de una pecera y la habilidad con la que desenrosca la tapa para absorber el cangrejo. No tenéis más que teclear ‘pulpo’ en el buscador de Youtube para comprobarlo. ¡Como para despistarse en un garaje!

Tiene los sentidos muy desarrollados, salvo el del oído. Como decía el personaje de Joe E. Brown, ‘Bocazas’, al final de ‘Con faldas y alo loco’: “Nadie es perfecto”. Nuestro héroe del día es absolutamente sordo, razón por la cual no se conoce el caso de un pulpo que se haya convertido en un gran compositor o haya adquirido fama como virtuoso del piano, pese a sus ocho poderosos tentáculos.

En todo caso, nadie podrá decir que el pulpo es un animal sin pies ni cabeza, porque anda muy bien surtido de unos y de otra.

Basta compararlo con los especímenes humanos que ocupan las portadas de los periódicos, incluso las páginas interiores. No hay color.

Las leyendas escandinavas alumbraron el ‘Kraken’, el mito de un monstruo marino gigantesco que en forma de pulpo atrapaba entre sus tentáculos las naves para hacerlas naufragar y llevárselas a las profundidades.

El gran Álvaro Cunqueiro se hizo eco de algunas de estas historias en ‘Fábulas y leyendas de la mar’ y citando a un autor alemán, describió con mucho vigor al monstruo:

“Aterroriza el kraken a quienes lo contemplan, y las niñas de sus enormes ojos, de un color rojo encendido, les hace creer a los pescadores que hay un incendio bajo el agua.”

Apenas un par de líneas más abajo da referencias más precisas, y más actuales, sobre un gran pulpo avistado 120 millas al noroeste de Tenerife el 30 de noviembre de 1861 por una fragata francesa llamada ‘Alecton’.

Medía más de 25 metros de largo y estima el gran Cunqueiro que este caso pudo inspirar a Julio Verne el monstruoso pulpo que amenazaba al ’Nautilus’ del capitán Nemo en ’20.000 leguas de viaje submarino’. El mito ha sido revisitado por el cine ya en nuestros días en una de las entregas de ‘Piratas del Caribe’. ‘Octopussy’ era el título de una de las películas de James Bond y Octopus era uno de los peores enemigos de ‘Spiderman’, el personaje del comic también llevado al cine.

La leyenda del terror fue igualmente alimentada por Victor Hugo en ‘Los trabajadores del mar’, al describir cómo un pulpo gigantesco ingiere a un ser humano:

“El tigre sólo puede devorar a su víctima: el pulpo la aspira, la atrae hacia sí, la hace penetrar en su interior y ya, ligada y desvalida, ésta se siente vaciada en su terrible saco, que es un monstruo. Ser comido vivo es algo terrible, pero verse bebido vivo es algo inexpresable”.

Homero cuenta en la Odisea, ¡mil años antes de nuestra era! cómo Ulises, en su interminable vuelta a casa, se enfrenta a una criatura monstruosa, Escila, un gigantesco pulpo al que describe con seis cabezas y doce piernas deformes, como tentáculos. Eran ocho, en realidad, y la cabeza sólo una, pero los antiguos griegos hacían las cuentas a ojo de buen cubero y cuando iban de pesca no era para hacer prácticas de zoología.

Pero no perdonaban sus cualidades gustativas. El pulpo era muy apreciado en Grecia y en Roma, donde ser servía acompañado de ‘garum’ y pimienta. Desde entonces y hasta tiempos relativamente recientes, se curaba y se vendía seco. Eso explica en parte que las ferias del pulpo más famosas en Galicia sean las del interior (Carballiño y por ahí). El pulpo era lógicamente menos apreciado en una costa tan rica en pescados y mariscos como la de Galicia.

Eso no quiere decir que no se le tuviera respeto, ojo. En ‘El libro de Buen Amor’, el arcipreste de Hita le confiere el generalato de los ejércitos de doña Cuaresma en su victoria frente a los de don Carnal:

El pulpo a los pavos no dejaba reposar

y a los faisanes no les dejaba marchar,

a los cabritos y a los gamos los quería ahogar,

como tiene muchas manos mucho puede pelear.

Alejandro Dumas lo describía como “una especie de calamar, que es la comida de los pobres”. Al parecer, él lo comió en Canarias, pero sabía, porque así lo dejó escrito, que donde mejor se prepara este platillo es en Galicia.

Pero no hemos venido a hablar de lo que come el pulpo o de lo que bebe. Ni siquiera de lo que comemos o bebemos nosotros. Aunque la prescripción tajante de beber agua con el pulpo, parecida a la vigente en el País vasco sobre el bonito, carezca de fundamento científico no quiere decir que esté desprovista de lógica. ¿Quién en su sano juicio acompañaría un plato de pulpo con agua, habiendo en esta tierra vinos como los albariños de las Rías Baixas, godellos de Valdeorras, ribeiras sacras o los más modestos, pero cada vez mejores ribeiros?

Dejémonos de palabras y pasemos a los hechos, aunque antes hayamos de advertir, el que avisa no es traidor, de la fama que goza nuestro amigo de afrodisíaco desde tiempos muy antiguos.

Diocles de Eristo, médico en la Grecia de Pericles, ya advertía cinco siglos antes de nuestra era que:

«Los moluscos en general excitan el placer y despiertan el deseo, y el pulpo, en especial, más que ninguno».

Comed y bebed, pues, y luego, queridos y queridas, allá vosotros.

Porto do Son, 22 de agosto de 2009