El descriptor implacable

La columna que Manoliño Rivas publica cada sábado en la Última de El País constituye una de las guías espirituales que definen la semana, al igual que las tribunas de Suso de Toro orientan el mes de las mesnadas progresistas. Es ya bien sabido que España vive desde hace algún tiempo en estado de opinión, aunque no está bien que se queje de ello un profesional.

Hé aquí una de las muestras más sorprendentes que ha dado últimamente la prensa diaria. Rivas ha entendido por fin los dibujos animados de Bugs Bunny esa pedagogía de la lucha de clases y el imperialismo en el horario infantil de la televisión. Se nota que el columnista es reciente en esto y no llegó al prodigio deconstructor de 'Para leer al Pato Donald', que Armand Mattelart y Ariel Dorfman publicaron en los primeros años 70.

Aquí está toda la sustancia de la columna. Entre los dos párrafos sólo hay un relleno insustancial en el que se da cuenta de que el Conejo de la Suerte era la mascota preferida de los combatientes de la II Guerra Mundial, emblema, por tanto, del antifascismo. Lean, lean:

Una de las grandes controversias ideológicas del siglo XX fue la que enfrentó, en los dibujos animados, al propietario y cazador Elmer Fudd con Bugs Bunny, el llamado "conejo de la suerte". Nosotros, en la infancia, no teníamos ni idea. Y supongo que tampoco estaban muy al tanto los ministros de Información, es decir, de Censura. Ahora está claro, fíjense en las fotos, que ministros como Fraga y Sánchez Bella pertenecían al partido de Elmer. En cambio, todas nuestras simpatías eran para aquel conejo que disparaba preguntas, que tenía por única propiedad un buzón de correos (Bugs Bunny Sq.) y que siempre se salvaba por los pelos (...)

Humorístico y erótico, el espíritu de Bugs es muy actual, pero lo que parece evidente es que la sombra que hoy se extiende por Europa es la de Elmer Fudd, esa simbiosis de burócrata, reaccionario y muy celoso de la propiedad, siempre que sea propia. Los veo ante la caduca central de Garoña. Elmer ha reciclado su discurso. Dice que la nuclear es la energía del futuro. Y Bunny vuelve a preguntarle: "¿Qué hay de nuevo, viejo?".

Conejo de izquierdas, cazador de derechas, no se diga más. La historia de la lucha de la clase obrera, como toda epopeya de la libertad, está escrita en los dibujos animados, así está el tema. La interpretación es libre, naturalmente y la de Rivas tiene derecho a imaginarse a su cazador ideal, a despecho de las fotos más recientes, como la que ilustra este comentario. Nada tengo contra la cultura foránea, pero no me parece bien que un representante de la España plural y diversa haya olvidado la dimensión española del asunto, la escopeta nacional. Tal vez él se conformara con una analogía menor entre el cazador, calvo y cabezón, de los 'cartoons' y ministros de Información y Turismo franquistas calvos y cabezones. Uno juraría que Elmer se parecía más a éste, pero en fin, no voy a discutir a estas alturas los criterios de selección de la memoria histórica.

Mi amigo Felipe Serrano sostiene con mucho fundamento que El Padrino es la película que explica con más enjundia la vida en el siglo XX. En ella está todo: la política, la vida y la muerte, la familia, los negocios, el poder, la soledad, el amor y la traición. Se equivoca, seguramente, todo eso nos lo explica mejor Bugs Bunny. Hay otras teorías alternativas, naturalmente, no crea nadie que estamos tratando de caricaturizar el venero del pensamiento progresista. Al presidente del Gobierno, como a Mattelart, le tiraba más el clasicismo de Walt Disney para explicarse los mismos conceptos. Y aceptaba muy gustoso el apodo de 'Bambi', con que lo rebautizó Alfonso Guerra. Así lo explicó durante una cumbre latinoamericana:

"Yo tengo dos hijas. Una de 10 años y otra de ocho. La mayor, desde el año y medio hasta los tres años, vio Bambi unas 500 veces, y yo con ella. Y me parece que la gente ignora la historia completa de Bambi. Todos se quedan con la parte sentimental, cuando pierde a su madre y se queda solo. Pero luego él se rehace y se convierte en el rey de la selva. Eso es lo que muchos no parecen tener claro". (19-11-2004 Europa Press)

Bambi era el león. La vio 500 veces y no la entendió. Y quieren ustedes que haya aprendido economía en dos tardes, impacientes.