Sic transit gloria mundi

En 1980, el hombre de la foto era uno de mis héroes. Robert Mugabe convirtió Rhodesia en la República de Zimbabue. Era el comienzo del fin del apartheid. Sólo quedaba Sudáfrica. El 19 de julio del año anterior el Frente Sandinista de Liberación Nacional había entrado en Managua y doblegado las últimas resistencias de la Guardia Nacional de Somoza. Tras su toma del poder, Daniel Ortega fue otro de mis héroes.

Estuvo bien aquello en aquella época para las necesidades de mi corazón de izquierdas, porque el 1 de abril de 1980, unos cubanos entraron por la fuerza en la embajada del Perú en La Habana, solicitando asilo político. Detrás de ellos lo hicieron más 10.000. El epílogo de la aventura fue la invitación de Fidel Castro a que se marchara toda la 'escoria', para lo que se abrió el puerto de Mariel. Se fueron más de 125.000.

Fidel era por entonces mi gran héroe, a ver si me iba a poner yo más exigente que Herbert Matthews. Aquel incidente comenzó a desdibujar a mis ojos la Revolución cubana, tal amontonamiento de gente para escapar del Paraíso. Lo de Mugabe contra el apartheid, lo de Daniel Ortega y sus sandinistas de Palacagüina, son tus perjúmenes, mujer, fueron una hermosa compensación. Ya es sabido que cuando dios te cierra una puerta, te abre dos ventanas. Vale.

Hoy, los dos periódicos españoles más difundidos, me han asomado a aquellas dos ventanitas por las que yo me asomaba a la causa del progreso de la humanidad a comienzos de los años ochenta.

El Mundo lleva a su portada esta foto, correspondiente a la celebración de una fiesta nacional en un país que se muere de hambre: el 85 cumpleaños de Mugabe. La expresión del dictador, ojos que siguen a la niña y boca que engulle la tarta, es una redundancia caníbal. Los datos de Zimbabue: Paro: 94%; inflación, 231.000.000%; hay hoy billetes de 250.000.000 de dólares con fecha de caducidad; la mortalidad infantil es del 65% antes de los 10 años, la esperanza de vida es de 36 años.

En El País se entrevista a Ernesto Cardenal, poeta y sandinista de primera hora, con su balance de la revolución, a la que quisimos tanto:

"Lo que hay es nada más corrupción y dictadura. Una dictadura fascista, familiar, de Daniel Ortega, su mujer y sus hijos."

Perdonen ustedes que hoy no haga comentario electoral, pero se me han cruzado estas dos noticias con la lectura de 'El desencanto', de Andrew Anthony, de lectura imprescindible para quienes se sientan algo reflejados en este comentario. Por lo demás, quienes tengan que votar, voten lo que les pida el cuerpo, lo que les resulte más útil para explicarse sus relaciones con el mundo. Es muy probable que su concepto de la utilidad no coincida con el de sus candidatos a partir de mañana.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/martirio/interior/Cardenal/elpepuint/20090301elpepiint_6/Tes